Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 342 correspondiente al mes de diciembre de 2010, de la Revista "ARMAS", págs. 82-87.
El original está ilustrado por treinta fotografías en color.
Una parte importante de la
historia de la República de Guatemala, que oficialmente comenzó el 15 de
septiembre de 1821 con la firma del Acta de Independencia de
España, se
conserva y custodia -nunca mejor dicho- en el denominado “Museo Heráldico y de Armas del Ejército”, ubicado en la zona 1
capitalina.
De
hecho, la historia de tan hermoso pero complicado país, se inició como en otras
muchas naciones hispanoamericanas, al frente de un militar español.
Concretamente con el brigadier vizcaíno Gabino Gaínza y Fernández de Medrano, jefe político
superior de la provincia de Guatemala hasta esa fecha, que presidió
una junta de notables conformada con los miembros de la audiencia,
ayuntamiento, autoridades eclesiásticas, claustro universitario, consulado de
comercio, colegio de abogados y otras personalidades.
Ese día pasó a
convertirse en el primer dirigente de la nueva Guatemala como presidente de una junta provisional consultiva con delegados que
representaban a Chiapas, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
La
historia del Museo.
El museo -www.museo.mil.gt-
se encuentra asentado en el histórico Castillo de San José de Buena Vista,
formando parte hoy día del Centro Cívico Cultural “Miguel Angel Asturias”, dedicado a honrar la memoria del insigne poeta, narrador, dramaturgo, periodista y diplomático guatemalteco,
considerado uno de los protagonistas de la literatura hispanoamericana del
siglo XX.
La fortaleza fue inaugurada
el 25 de mayo de 1846, tan sólo tres años después de ser ordenada su
construcción al agrimensor José María Cervantes, por el capitán general José
Rafael Carrera Turcios, quien también mandaría levantar en 1858, el castillo de
San Rafael de Matamoros, pasando a constituir ambas, la principal protección de
la capital guatemalteca.
El primero de ellos, en
honor a su creador, fue conocido también como Castillo de Carrera, así como
Castillo de Santa Bárbara, pero al levantarse en la Colonia de Buena Vista,
terminó finalmente por adoptar el nombre de San José de Buena Vista, que es
como se le sigue conociendo en la actualidad.
En dicha fortaleza se
instaló el primer mando de artillería hipomóvil que hubo en Guatemala y
Centroamérica, llegando a convertirse durante muchas décadas en la principal
instalación militar del país. A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX y
todo el XX fue experimentando sucesivas mejoras, que le hicieron ir ocupando
progresivamente una gran extensión de terreno.
Sin embargo durante ese
periodo también padeció trágicas vicisitudes. Concretamente las sufridas en las
madrugadas del 20 de octubre de 1944 y del 4 de febrero de 1976.
La primera se produjo con
ocasión de una sublevación encabezada por un movimiento
cívico-militar, resultado del descontento popular, liderado por oficiales
militares disidentes, estudiantes y profesionales progresistas, que derrocó el
20 de octubre de 1944 al gobierno provisional del general Federico Ponce Valdés, efímero sucesor
del dictador militar Jorge Ubico Castañeda, y que dio lugar, tras convocar las
primeras elecciones libres en Guatemala, a la instauración de un régimen
democrático y a una década de modernización del Estado en beneficio de las
mayorías de clase trabajadora.
En los enfrentamientos que
se registraron, fue escenario de violentos ataques quedando destruido el
castillo casi en su totalidad, lo cual motivó, una vez triunfado el movimiento
revolucionario, que seguidamente hubiera que reubicar a las unidades que lo
guarnecían.
Primero se fue a lo que hoy es el “Instituto Adolfo V. Hall Central”, después a la base militar La Aurora y finalmente se trasladaron a los terrenos de la llamada finca El Aceituno, que con el paso del tiempo se transformaría en la base militar que hoy conocemos como “Mariscal Zavala”.
Primero se fue a lo que hoy es el “Instituto Adolfo V. Hall Central”, después a la base militar La Aurora y finalmente se trasladaron a los terrenos de la llamada finca El Aceituno, que con el paso del tiempo se transformaría en la base militar que hoy conocemos como “Mariscal Zavala”.
Este
último nombre honra, desde el 12 de octubre de 1956, por decisión del
presidente coronel Carlos Castillo Armas, con ocasión de la conmemoración del
centenario de la guerra nacional de los países centroamericanos contra el
estadounidense William Walker y su ejército de filibusteros, la memoria del
insigne militar guatemalteco que les combatió: el mariscal de campo José Víctor
Ramón Valentín de las Animas Zavala y Córdova.
Mientras tanto, el gran
espacio de terreno que ocupaba la fortaleza destruida quedó ya sin uso militar,
siendo dedicado en buena parte, a levantar posteriormente el mentado centro
cívico cultural.
Durante los períodos de gobierno del ya citado coronel
Castillo y del general Miguel Idígoras Fuentes, el coronel de Infantería
Enrique Ruiz García y el teniente coronel de Artillería Rodolfo González
Centeno, iniciaron los trámites para que el área del “Torreón de las Baterías” del antiguo Fuerte de San José, fuera
asignada nuevamente al Ministerio de la Defensa Nacional con el objeto de
crear en el mismo “un centro de
investigación, conservación, rescate y divulgación de la historia militar de
Guatemala”. El 30 de junio de 1969 fue inaugurado por el entonces
presidente de la República licenciado Julio Cesar Méndez Montenegro.
Pero poco iba a durar aquello,
ya que la segunda tragedia acontecida se padeció cuando la capital guatemalteca
quedó devastada por un terrible terremoto acontecido el 4 de febrero de 1976.
La catástrofe fue de tal magnitud, que cerca de 23.000
personas fallecieron y 77.000 resultaron gravemente heridas, calculándose que
unas 258.000 casas quedaron destruidas, dejando a más de un millón de personas sin hogar.
El alcance de los daños
sufridos en el museo militar obligó a que los fondos tuvieran que ser
rescatados, traslados y depositados en otras instalaciones militares durante
una década.
Tras no pocos
esfuerzos y grandes dosis de ilusión y trabajo del Cuerpo de Ingenieros, el
museo volvió a abrir sus puertas en 1987 y poco más de una década después se
acometieron nuevos trabajos de reestructuración que finalizaron el 25 de mayo
de 1999 y que ofrece prácticamente su estado actual.
Hoy
día el museo se ha convertido en el principal activo del Servicio de Historia
Militar, creado en el año 2000 y cuyos antecedentes históricos se remontan al
año 1890, que tiene como precepto principal el de “resguardar la historia militar de Guatemala”, como parte de un
legado para las generaciones futuras y cuya principal misión es “divulgar la historia del Ejército de
Guatemala, mediante la investigación, recopilación y publicación de fuentes
bibliográficas que provean información sobre la verdadera función y labor del
Ejército a través de la historia del país; así como, promover y asesorar la
creación, control y mantenimiento de museos, monumentos militares y sitios
históricos que conmemoren los hechos relacionados con la historia militar de
Guatemala y sus héroes”.
(continuará).
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