Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el nº 323 correspondiente al mes de mayo de 2009, de la Revista "ARMAS", págs. 78-84.
El original está ilustrado por veintidós fotografías en color y dos en blanco y negro.
Hablar de armas es hablar de historia y hablar de
historia es hablar de cultura.
Un arma, por si
sola, tal vez no revista un singular interés salvo que se trate de una pieza
única o de muy escasa producción, o bien que por los materiales que la componen y
embellecen, propicien un importante valor artístico e incluso económico.
Sin embargo si un
arma la relacionamos con un personaje, con un hecho o con un periodo de interés
histórico, estaremos hablando de historia y no hay mejor escenario para todo
ello que los museos. Y es de dicho binomio –armas e historia- de lo que en este
artículo, dedicado a los fondos más relevantes del Museo Naval de la antigua y
Real Isla de León, continuaremos hablando.
Las Salas del Museo.
Una vez que el
visitante entra por la puerta lateral del histórico edificio “Carlos III” al
Museo Naval y atraviesa el vestíbulo, accede a la “Sala de Arqueología Submarina”. Allí, entre un antiguo y completo
equipo de buceo, escafandra de bronce y cristal incluida, anclas fenicias y
romanas, ánforas púnicas y romanas, vasijas rescatadas de galeones hundidos y vitrinas
donde se exponen monedas de plata y grilletes para los condenados a galeras en
el siglo XV, pueden contemplarse dos interesantísimas piezas de artillería.
La primera se trata
de un cañón de bronce, fabricado en Nápoles en 1697 y que quedó sumergido
durante tres siglos en las aguas de Cádiz cuando se hundió el buque que lo
transportaba para ser empleado en la defensa de la ciudad. El segundo es un obús
de bronce, fechado en 1793, que se utilizaba para atacar al amparo de la noche
las fortificaciones desde pequeñas barcazas o lanchas obuseras, cuando no había
posibilidad de aproximar a las mismas una nave de mayor calado.
Seguidamente se
encuentra la sala dedicada a las históricas batallas de Trafalgar y de
Chiclana. La primera aconteció el 21 de octubre de 1805 en las aguas gaditanas
del cabo que le dio su denominación y donde la escuadra combinada
franco-hispana, fue derrotada por la inglesa. La segunda, librada el 5 de marzo
de 1811 en el término municipal gaditano que le da nombre, fue librada
victoriosamente por las tropas anglo-portuguesas (aliadas de España) contra las
de Francia.
De la sala de
Trafalgar, presidida por la histórica y premonitoria frase del brigadier de la
Real Armada, Cosme Damián Churruca y de Elorza,
comandante del navío “San Juan
Nepomuceno”: “Si oyes decir que mi navío ha sido apresado, di que he muerto”, sobresale,
entre otras piezas y objetos, un cañón de bronce, que cuando fue recuperado en
Tarifa, tras casi dos siglos de estar sumergido en el mar, contenía todavía en
su interior, restos de la carga de pólvora, estopa y bala.
Y de la de Chiclana,
además de un magnífico croquis del combate, se pueden contemplar diversas balas
de cañón y una granada que fueron encontradas en lo que fue el campo de batalla
así como otros fondos, tales como munición procedente de las llamadas “Fuerzas Navales Sutiles” españolas y que
se encontraron en el caño navegable de Sancti Petri.
A continuación se
accede a una sala donde se exponen
diferentes piezas y objetos procedentes de los desaparecidos Polígonos de Tiro
Naval “González Hontoria” y “Janer”. El primero, bautizado así en
homenaje del brigadier de Artillería de la Armada José González Hontoria,
inventor del sistema de cañones que lleva su nombre, quedó integrado, junto al “Polígono
de Experiencias Costilla” y la “Comisión
de experiencias de Armas Navales”, en el “Centro de Ensayos Torregorda”, ubicado en la playa gaditana de dicha denominación. El segundo, estaba
ubicado a la entrada de San Fernando y su nombre rendía recuerdo al capitán de
corbeta Jaime Janer Robinson, considerado el precursor del Tiro Naval y que
murió en combate en 1924 durante las campañas de Marruecos cuando se encontraba
a bordo del crucero "Cataluña".
Buena parte de los fondos que allí se muestran, además de numerosas
fotografías antiguas, munición de artillería naval y una diana de combate
(distintivo que se entrega al buque que ha realizado el mejor tiro naval), eran
equipos empleados para realizar cálculos y mediciones que facilitaban una mayor
precisión en el tiro naval o que habían contribuido a su innovación o
perfeccionamiento.
Armamento e
historia
La siguiente sala está dedicada a la Infantería de Marina, considerada la
más antigua del mundo y cuyos orígenes se remontan al año 1537. En ella se
exponen una magnífica colección de armas, municiones, cuadros, fotografías, objetos,
pertrechos y uniformes utilizados por sus miembros en los siglos XIX y XX.
Respecto al armamento, pueden contemplarse desde un cañón sin retroceso
hasta lanzallamas, pasando por ametralladoras ligeras y pesadas, fusiles
ametralladores, lanzagranadas, subfusiles, fusiles, mosquetones y pistolas,
además de minas anticarro y antipersonal, granadas de mano y botes de humo.
También se encuentran expuestas una colección de máscaras antigas, de
origen alemán y norteamericano, detectores de minas, teléfonos de campaña,
anemómetros, prismáticos, brújulas, teodolitos, etc.
A continuación el visitante se encontrará con una sala donde se expone una curiosa colección de
reproducciones de exvotos procedentes de distintas iglesias de las poblaciones
que componen la provincia de Cádiz. Se trata de una antigua tradición, según la
cual, los marineros daban gracias a Dios por haberles librado de una situación de
grave riesgo para sus vidas, como por ejemplo: combates, naufragios,
tempestades, etc.
Luego está la sala conocida como la “Folclórica”,
por la diversidad y contraste de las piezas y objetos que allí se exponen, y
que abarca desde un carruaje conocido popularmente en San Fernando como “La Manolita” y que solía ser utilizado por
el comandante-director del desaparecido Cuartel de Instrucción de Marinería
hasta un reloj de bronce del año 1791, que fue uno de los primeros en incorporar
el cambio de fase lunar y que formó parte del campanario de la iglesia del vecino
arsenal naval de "La Carraca",
pasando por un cayuco de la antigua Guinea española.
No obstante, para los lectores de ARMAS, las piezas más interesantes,
serían seguramente el armón de artillería y cañón de salvas usados para los
actos fúnebres en las exhumaciones de personalidades en el vecino Panteón de
Marinos Ilustres, así como un par de veteranos cañones de desembarco, calibre
76,2 mm., (uno sistema Saint Chamond/Darmancier-Dalzon y el otro sistema
Armstrong) fabricados ambos en la localidad guipuzcoana de Placencia de
las Armas en 1902 y 1922, respectivamente.
Después se encuentra una pequeña sala dedicada a rendir testimonio
histórico a la asistencia religiosa que tradicionalmente prestó a la Marina de
Guerra el prácticamente extinguido Cuerpo Eclesiástico. Sus orígenes son muy
remotos y sírvase decir, a modo de curiosidad, que hubo una época en la que
cada barco tenía su propio patrono a cuya protección se encomendaba su dotación
y muy especialmente en caso de combates y tempestades. Todo ello sin dejar de
estar bajo el patronazgo de la Virgen del Rosario, patrona de Cádiz, que
durante mucho tiempo lo fue también de la Armada, hasta que el 19 de abril de
1901 se nombró a la Virgen del Carmen, advocación que hoy día se sigue
manteniendo.
Seguidamente se accede a la llamada “Sala
de Maniobra”, dedicada a la exposición de armamento, equipamientos y
objetos utilizados por diversos buques de nuestra Marina de Guerra, destacando
especialmente los dedicados al buque escuela "Juan Sebastián de
Elcano", bautizado así en honor del primer marino español –nacido en la
localidad guipuzcoana de Guetaria- que dio la primera circunnavegación
alrededor del mundo.
De este buque, botado en Cádiz el 5 de marzo de 1927, merece resaltar la
exposición de su primer mascaron de proa y uno de sus cañones antiaéreos de 37
mm., cuyo usos eran sólo para disparar las salvas de honor y que anteriormente
cumplieron misiones de combate en los cruceros tipo “Canarias” y “Galicia”.
Procedentes de otros barcos, se encuentran más piezas de interés, en
cuanto a armamento se refiere, tales como un torpedo MK-32 dotado de cabeza
acústica, que se utilizaba por las unidades de superficie contra submarinos en
inmersión, así como una ametralladora modelo Maxim-Nordenfelt de 37mm., en
magnífico estado de conservación y que a finales de siglo XIX y principios del
XX, se empleaban como protección contra los ataques de buques más rápidos
(destructores y torpederos).
Como el Museo Naval posee tantos fondos se hace necesario acceder a la
primera planta del histórico edificio “Carlos III” para poder continuar la
visita y por lo tanto subir por unas escaleras artísticamente decoradas con
valiosos azulejos holandeses originales de Delft, fabricados a finales del
siglo XVIII, mientras que sobre las paredes pueden contemplarse las imágenes de
los acorazados y cruceros que prestaron servicio en la Marina de Guerra española
durante la primera mitad del siglo XX.
Una vez en la primera planta, el visitante se
encuentra en la sala dedicada a las banderas y enseñas nacionales
de buques de nuestra Armada, entre las que se encuentran aquellas que un
día pertenecieron al “Aragón”, al “Castilla”, al “Conde de Venadito”, al
“Dédalo”, al “Nautilus”, etc., exponiéndose también los guiones pertenecientes
a algunos de los últimos jefes del Estado español, tales como Niceto
Alcalá-Zamora Torres, presidente de la Segunda República; Francisco Franco
Bahamonde o nuestro actual monarca, el Rey Juan Carlos I.
La siguiente sala haría las delicias de cualquier apasionado por la militaria, ya que
se conservan, además de objetos relacionados con nuestra pérdida de Cuba, una
gran variedad de bandas, botones, condecoraciones, fiadores de sables,
insignias, uniformes, prendas de cabeza, etc., correspondientes a los siglos
XIX y XX, así como efectos personales de destacados mandos de la Armada como
por ejemplo el capitán de corbeta Jaime Janer Robinson, cuyas vicisitudes ya
fueron relatadas, y el almirante Faustino Ruiz González, que llegó a ser
gobernador general de los Territorios Españoles de Guinea.
Después
llega el turno a la sala dedicada a la antigua Escuela Naval Militar, el
Arsenal Naval de “La Carraca” y el
buque-escuela “Juan Sebastián de Elcano”,
donde se exponen documentos, efectos, fotografías y objetos de gran interés
histórico, muy especialmente las penúltimas, entre las que destacan las
correspondientes a la etapa de alumno de Don Juan de Borbón y Battemberg, padre de Juan Carlos I, así como la copia de
la carta que apresuradamente tuvo que escribir a sus compañeros de promoción al
proclamarse la Segunda República y tener que partir para el exilio.
Igualmente
ha de destacarse la existencia en dicha sala –como preámbulo de la que le
sigue- de una completa representación de las armas cortas y largas de fuego que
han sido reglamentarias en la Armada así como de otras que sin serlo,
pertenecieron a algunos de sus miembros y que por parte de los mismos o de sus
herederos, se han donado al Museo.
Así
entre las primeras podemos disfrutar de las pistolas Astra de 9 mm. largo,
fabricadas especialmente para la Marina y fácilmente identificables por su
botón de retenida del cargador situado en la base de su alojamiento, al igual
que el conocido modelo 300 de 9 mm. corto, que también usaron sus oficiales;
los diferentes modelos de pistolas Star de 9 mm. largo y parabellum; la pistola
de señales MK-5; los sucesivos modelos de subfusiles Star de 9 mm. largo y
parabellum; los distintos fusiles y mosquetones máuser de 7, 7’92 y 7’62 mm.
así los fusiles de asalto CETME de 7’62 y 5’56 mm., sin olvidar un fusil
lanzacabos.
Y
entre las segundas hay desde una variada mezcolanza de pistolas españolas de 9
mm. corto, incluida una JO.LO.AR, hasta pistolas Colt modelo 1911, para
terminar con un rifle tipo Winchester modelo 1892.
Sin
casi solución de continuidad se pasa a la propiamente llamada “Sala de Armas” donde se expone una
variadísima colección de armamento y municiones, tanto portátiles –blancas y de
fuego- como de apoyo, correspondientes a muy diferentes épocas. Las pesadas,
representadas por la artillería naval, lógicamente no pueden estar presentes,
pero si se pueden apreciar una serie de fotografías de las más representativas.
Sin
perjuicio de la existencia de un avión-blanco “Chukar II” usado en el
desaparecido Polígono de Tiro Naval “Janer”
para realizar prácticas de tiro naval, puede afirmarse que hay prácticamente de
todo, incluido un cañón sin retroceso M-20 de 75 mm.
Así,
se puede contemplar, junto a una representación de cascos nacionales y
extranjeros, una buena exposición de armas blancas entre las que hay bayonetas,
espadas y sables reglamentarios, sables y hachas de abordaje, más una serie de
cuchillos y machetes procedentes de nuestra etapa colonial en Cuba y Filipinas,
usados tanto por nuestras tropas como por los nativos.
Respecto
a las armas de fuego, además de las municiones, su variedad es mucho mayor y
abarca desde el lanzagranadas M-79 de 40 mm. hasta una tercerola Remington
modelo 1871 de 11 mm., pasando por numerosos tipos de fusiles, fusiles de
asalto, subfusiles, ametralladoras y morteros, tanto de procedencia española
como extranjera, procedente buena parte de ellos, en calidad de depósito, de la
Asociación de Amigos de Museos de a Marina.
Seguidamente
se pasa a la sala dedicada a la cronología naval, donde queda reflejado en un
gran cuadro, junto a diversas maquetas de cañones navales, las principales
vicisitudes de nuestra Armada desde sus orígenes más remotos hasta la
actualidad, exponiéndose entre otras cosas, diversas cartas náuticas y cuadros.
A continuación se
encuentra la sala dedicada al Arma Submarina, cuyos orígenes se remontan a 1915 y cuyos pioneros
fueron Narciso Monturiol Estarriol e Isaac Peral y Caballero, exponiéndose
imágenes de los mismos y de sus ingenios, además de otros objetos de interés museístico, como por ejemplo
diversas cartas naúticas del siglo XIX, unos torpedos ligeros norteamericanos
modelos MK-43 y MK-44, utilizados hace varias décadas por buques de escolta de
superficie y aeronaves, así como un giroscopio de torpedo, modelo G-7A.
Mención especial, merecen los objetos correspondientes al submarino
alemán U-617, consistentes en su bandera nacional así como diversas condecoraciones
e insignias germanas. Dicha nave fue hundida por su tripulación en aguas de
Melilla el 12 de septiembre de 1943, tras ser gravemente alcanzado por aviones
procedentes de la colonia británica de Gibraltar. La tripulación fue rescatada
por las autoridades españolas y trasladada hasta el arsenal naval de “La
Carraca”, donde permaneció confinada hasta la finalización de la Segunda Guerra
Mundial a excepción de su comandante, el mítico Albretch Brandi que “se escapó” a Alemania para continuar la
guerra.
La siguiente sala está dedicada al Arma Aérea
de la Armada española, cuyos orígenes, la Aeronáutica Naval, se remontan al año
1917, pudiéndose contemplar numerosos efectos, fotografías, materiales,
maquetas y objetos ilustrativos de su historia.
Respecto a la sala referida a la navegación con vela
se exponen diversos modelos y maquetas de buques de muy variada condición y
época, así como otros objetos de valor artístico relacionados con esta faceta
naval.
Finalmente se llega a la Sala dedicada principalmente a la Marina
de Guerra del siglo XX, donde se exponen numerosas maquetas de buques españoles
y extranjeros así como banderines, cuadros, fotografías, metopas y retratos.
Entre todo ello destaca, por su valor histórico y dimensiones (casi 60 m2), la
bandera de combate del acorazado “Carlos V”, la cual está confeccionada con
hilo de seda y bordada en hilos de oro y plata, habiéndose empleado también piedras
semipreciosas y piezas de terciopelo recamado.
También merece mención especial la parte dedicada al crucero “Baleares”,
perteneciente al llamado bando nacional durante nuestra trágica Guerra Civil y
que resultó hundido después de varias horas de agonía, en la madrugada del 6 de
marzo de 1938, tras ser alcanzado por dos torpedos republicanos. Más de
setecientos miembros de su dotación resultaron muertos, pudiéndose rescatar a
otros cuatrocientos supervivientes, muchos de ellos heridos.
Entre los objetos relacionados con dicho buque de guerra, se encuentran
su bandera de combate ya que no se encontraba a bordo en el momento de su
hundimiento, dado que se le estaba cambiando el bordado de la corona mural del
escudo republicano así como una serie de placas dedicadas a unos jovencísimos
flechas navales y a un marino alemán que estaban embarcados en tan fatídica
singladura.
Aunque siempre la mejor
recomendación que se puede dar al lector es que visite personalmente el Museo
Naval de San Fernando (sábados y domingos de 10:30 a
13:30h. y grupos concertados de martes a viernes de 10:00 a 12:00h.), que
bien seguro no le defraudará, puede encontrar más información en la página
oficial www.armada.mde.es y en la
particular museonavalsf.iespana.es.
Nota: Se
agradece las facilidades dadas por su director el C.N, Tomás Mendizábal
Barreiro-Meiro, así como por la colaboración prestada por su antiguo director,
el C.N. Julio del Cuvillo Díaz-Alersi.
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