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jueves, 26 de diciembre de 2019

LA GUARDIA CIVIL EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN (XLV). LOS ORÍGENES DEL PUESTO DEL CAMPAMENTO DE BENALIFE (1919).

CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 10, el 23 de diciembre de 2019.

El original contiene una fotografía en blanco y negro.

Si en el capítulo anterior nos fuimos a levante de La Línea de la Concepción con el puesto de la Guardia Civil de Guadalquitón, ubicado a pie de playa y en pleno despoblado frente a la playa, hoy nos iremos a poniente para hablar del antiguo y hoy también inexistente puesto de Campamento.
Al contrario que aquél, éste no fue heredado del Cuerpo de Carabineros sino que desde el primer momento nació como puesto de Guardia Civil, al objeto de velar por el orden y la ley en la barriada del Campamento de Benalife, ubicada en el término municipal de San Roque. Concretamente al otro lado del arroyo Cachón de Jimena que servía de límite geográfico con el de La Línea de la Concepción. Debía su nombre a que en el lugar que ocupa acamparon las tropas españolas que sitiaron la colonia británica de Gibraltar en 1782.
Paradójicamente poco más de un siglo después, se había convertido en una pequeña barriada donde habitaba una nutrida y selecta representación de familias británicas procedentes del Peñón. Es sobradamente conocido que los habitantes más pudientes del otro lado de la Verja siempre han tenido verdadera debilidad por residir fuera de los confines amurallados de la antigua ciudad española de Gibraltar.
Ya en el año 1899 el periodista Lutzargo López Zaragoza, director del periódico linense “El Sino”, en su obra “Guía de Gibraltar y su Campo”, afirmaba al describir dicha barriada, que era la que contaba con los mejores edificios de las de San Roque. Entre las distinguidas familias británicas que entonces residían allí, junto a otras españolas de similar porte, y a las que identificaba por sus apellidos, se encontraba el cónsul inglés. Podría decirse que aquel lugar era el Sotogrande de finales del siglo XIX.
Si bien en Campamento existía un puesto de Carabineros, denominado Cachón de Jimena, debido al arroyo de igual nombre citado anteriormente, sus componentes estaban dedicados a funciones de persecución del contrabando procedente de la vecina colonia británica de Gibraltar. 
La misión de seguridad ciudadana estaba encomendada a la Guardia Civil, cuyo puesto más cercano estaba en La Línea de la Concepción, a unos tres kilómetros de distancia, si bien correspondía su vigilancia al de San Roque, el cual se encontraba a unos cinco kilómetros. No debe olvidarse que por aquel entonces, la mayor parte de los guardias civiles eran de infantería y el servicio se prestaba a pie.
Transcurridas casi las dos primeras décadas del siglo XX, la barriada de Campamento tenía ya una cierta entidad como núcleo urbano de población y no sólo residencial de personas de relevancia social y económica, razón por la cual sus vecinos demandaban la creación de un puesto propio de la Guardia Civil.  
Por tal motivo una de las personas más distinguidas que tenía propiedades en la zona como era José María Patrón de Sopranis, marqués de Casa Vargas-Machuca, elevó a principios de junio de 1919 una instancia al ministro de la Gobernación, Antonio Goicoechea Cosculluela, solicitando la creación de un puesto del benemérito Instituto en la Aldea del Campamento de Benalife. A tal fin ofrecía con carácter gratuito el inmueble necesario para el alojamiento de dicha fuerza de seguridad pública.
Consecuente con lo anterior, el subsecretario del ministerio de la Gobernación, Joaquín de Montes Jovellar, solicitó de real orden fechada el día 17 de ese mismo mes, el informe correspondiente al director general de la Guardia Civil, teniente general Juan Zubia Bassecourt, sobre la conveniencia y posibilidad de dicha propuesta.
Requerido a su vez el día 26 siguiente, parecer al subinspector del 18º Tercio, con cabecera en la capital gaditana, coronel José González Hernández, éste tras solicitárselo al jefe de la Comandancia de Cádiz, teniente coronel Cristóbal Castañeda Castañeda, emitió finalmente el suyo propio en sentido favorable con fecha 24 de septiembre.
En su minucioso informe se ponía en valor la importancia de dicho lugar, “pues cuenta con unos 300 vecinos en su mayoría personal acomodado de la vecina Plaza de Gibraltar”. También se destacaba la proximidad, a unos dos kilómetros de distancia, la aldea de Puente Mayorga, “estando la de Campamento afecta para su vigilancia al puesto de San Roque y situada en la carretera de Algeciras a La Línea de la Concepción que es de extraordinaria importancia por su constante tránsito de personas, ganados y carruajes”.
Pero en dicho escrito se exponía también otra poderosa razón poco habitual en el Campo de Gibraltar: “existir además en la expresada Aldea del Campamento un Centro Anarquista muy activo”. A este respecto hay que significar que si bien el terrorismo anarquista había sido siempre de especial persecución por la Guardia Civil, y por lo tanto era de interés el seguimiento de toda actividad relacionada con el anarquismo como ideología, ello se había acentuado más aún desde el asesinato perpetrado en Madrid por uno de sus militantes el 12 de noviembre de 1912, contra el presidente del consejo de ministros, José Canalejas Méndez.
Remitido copia del informe al gobernador militar del Campo de Gibraltar, general de división José Villalba Riquelme, futuro ministro de la Guerra, manifestó en escrito de fecha 17 de septiembre, “que no sólo era conveniente establecer ese puesto, sino muy necesario por tratarse de un poblado bastante importante con caseríos muy esparcidos y en el que hay un Centro Anarquista muy activo”.
Dado todo lo anteriormente expuesto el coronel González proponía crear un puesto de la Guardia Civil en la Aldea del Campamento de Benalife, al mando de una clase y con una fuerza constituida por cuatro guardias civiles de infantería, todos los cuales debían ser detraidos de la plantilla de otros puestos de la Comandancia de Cádiz. 
Respecto al inmueble ofecido por el marqués de Casa Vargas-Machuca para su empleo como casa-cuartel, se adjuntaba un croquis del mismo, elaborado y firmado el 4 de agosto de 1919 por el teniente Enrique Benito Gómez, jefe de línea de La Línea de la Concepción, no sólo por ser el oficial con residencia más próxima sino por ser la unidad en donde quedaría encuadrado el nuevo puesto caso de que finalmente se crease. 
Sobre tal extremo se informaba que el edificio propuesto, de una sola planta, con cocinas y retretes comunes, no reunía condiciones de habitabilidad para cinco individuos casados pero si para tres que lo estuvieran y dos solteros, ofreciendo además el propietario, “menaje y utensilio necesario, rótulo de casa-cuartel, bandera con asta y sello oficial con caja”.
Otro inconveniente que se exponía era que en Campamento no existia asistencia médico-farmacéutica, pero a semejanza de lo que sucedía en otros dos puestos del Campo de Gibraltar como eran los ubicados en San Pablo de Buceite, término municipal de Jimena de la Frontera, y en la finca de La Almoraima, término municipal de Castellar de la Frontera, que tampoco lo tenían, podría proporcionársela las poblaciones próximas de La Línea de la Concepción o de San Roque.
Los primeros pasos de un largo camino ya habían comenzado a darse …


miércoles, 18 de diciembre de 2019

LA GUARDIA CIVIL EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN (XLIV). EL PUESTO DE GUADALQUITÓN.

CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 10, el 16 de diciembre de 2019.

El original contiene dos fotografías en blanco y negro.


Nuevamente una antigua casa-cuartel del Cuerpo de Carabineros, y posteriormente del de la Guardia Civil, que estaba ubicada en el término municipal limítrofe de San Roque, forma también parte de la historia de ambos beneméritos Institutos en La Línea de la Concepción.
Se trata del acuartelamiento y puesto de Guadalquitón. Situado en pleno despoblado y frente a la costa, constituye uno de los ejemplos más claros sobre la dureza de la vida de los carabineros y guardias civiles que allí prestaron servicio, incluso con alguna familia.
Según consta en el “Escalafón General” editado en 1936, su plantilla estaba compuesta por un sargento, un cabo, un carabinero de 1ª clase y once de 2ª clase, no habiendo alojamiento suficiente para todos. La mayoría eran por lo tanto de estado soltero y los que tenían a su cargo familia, salvo el comandante de puesto, solían dejarla en Guadiaro o La Línea de la Concepción, a donde tenían que desplazarse a pie para visitarla apenas unas horas una vez al mes en el mejor de los casos.
Tenían encomendada la vigilancia de los 2.800 metros de playa comprendidos entre la margen derecha del río Guadiaro y el Cachón de Carboneras. Es decir, limitaba por levante con la demarcación del puesto de Torre Guadiaro y por poniente con la del puesto de Carboneras. En aquella época el río Guadiaro estaba habilitado para el embarque y desembarque de frutos nacionales cuyo despacho correspondía a la entonces Aduana de Estepona. La estación de ferrocarril más cercana era la de San Roque y el correo lo recibían de la oficina de La Línea de la Concepción.
Respecto al puesto limítrofe de Torre Guadiaro hay que significar que aún a pesar de pertenecer también su demarcación al término municipal gaditano de San Roque, le sucedía lo mismo que al puesto de Casafuerte, siguiente limítrofe y también sito en la costa de dicho municipio. Es decir, ambos dependían de la Comandancia de Carabineros de Málaga y no de la Comandancia de Algeciras.
Anteriormente habían pertenecido a la Comandancia de Carabineros de Estepona, creada por real orden de 1º de agosto de 1889, a imagen y semejanza de la de Algeciras, cuyo origen databa del 10 de enero de 1878. Ambas debían su nacimiento y segregación de las Comandancias de Málaga y Cádiz como consecuencia del intenso contrabando procedente de la colonia británica.
Tal y como exponía aquella real orden que le dio carta de naturaleza, "la frecuencia con que se repiten en Estepona los alijos de tabaco exige la adopción de una medida encaminada a regularizar el servicio e impedir los abusos de que se trata". La gran extensión de la demarcación de la Comandancia de Málaga y lo numeroso de la fuerza que tenía asignada, eran excesivas para que el servicio que en ella se prestaba pudiera ser vigilado por su jefe, "cual lo demanda la importancia de una comarca tan próxima a la plaza de Gibraltar, y en la que sus naturales tienen decidida tendencia al tráfico del contrabando, circunstancias que exigen una constante vigilancia y que el servicio se impulse de una manera enérgica."
Al entrar en vigor el decreto de 28 de septiembre de 1935, por el que se reorganizó el Cuerpo de Carabineros durante la Segunda República, la Comandancia de Estepona, que era independiente de la de Málaga, se reconvirtió en Fracción de ésta, pasando a encuadrarse nuevamente en la misma. 
El puesto de Guadalquitón dependía entonces, junto al puesto de Carboneras, de la 1ª Sección de Carboneras que a su vez pertenecía a la 1ª Compañía de Atunara en la Comandancia de Algeciras.
Tras integrarse los efectivos y acuartelamientos de Carabineros en la Guardia Civil, como consecuencia de la ley de 15 de marzo de 1940, los puestos de Torre Guadiaro y Casafuerte pasaron a pertenecer a la 337ª Comandancia de Algeciras.
Posteriormente el puesto de Guadalquitón, junto al de Carboneras, dependió durante muchos años de la Línea de Carboneras, la cual, junto a la Línea de Torre Guadiaro, integrada por los puestos de Guadiaro, Torre Guadiaro, Casafuerte y Tesorillo, estaban encuadrados en la Compañía de Guadiaro, si bien en su última etapa, hasta su supresión en 1970, perteneció a la 1ª Compañía de La Línea de la Concepción.
En 1965 se encontraba al frente del puesto de Guadalquitón el cabo Juan Contreras Pueyo, constituyendo la fuerza del mismo, los guardias de 2ª clase Pedro Rayo Valenzuela, Juan Domínguez León, Pedro Castrejón Romero, Diego Castañeda Montero, José Mangas Prieto, Rafael Manchón González, Antonio Fernández González, Ramón Jiménez Iglesias, José Mora Domínguez, Antonio Cumplido Masero, Francisco Ruiz Iborra, José Rodríguez Salas y José Ríos Rocha. 
La casa-cuartel, que tenía una superficie construida de tan sólo 122 metros cuadrados, carecía de suministro de agua, electricidad y teléfono al no tener conexión a las redes generales por estar ubicada en despoblado, si bien disponía en las inmediaciones de un pozo de agua potable. 
Sus ruinas constituyen hoy día silencioso testimonio del abnegado espíritu de servicio y sacrificio de aquellos carabineros y guardias civiles que durante más de un siglo vigilaron y vivieron en aquella despoblada playa.


jueves, 12 de diciembre de 2019

LA GUARDIA CIVIL EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN (XLIII). EL PUESTO DE PRÍNCIPE ALFONSO.

CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 10, el 9 de diciembre de 2019.

El original contiene dos fotografías en blanco y negro.

En anteriores capítulos se ha ido exponiendo como la mayor parte de los puestos que tenía desplegados el Cuerpo de Carabineros en el término municipal de La Línea de la Concepción, pasaron a partir de 1940, a ser integrados, junto a sus plantillas, en el de la Guardia Civil.
En un importante número continuaron siendo operativos casi tres décadas más, si bien en unos acuartelamientos cuyas condiciones de habitabilidad y salubridad eran deficientes. Lamentablemente Carabineros y Guardia Civil padecieron dicho mal.
Por otra parte, hubo otros puestos que desaparecieron al reorganizarse el despliegue de la nueva 134ª Comandancia de Algeciras, creada por la Instrucción General núm. 3, de 20 de febrero de 1941, de la Dirección General de la Guardia Civil.
Aquella era prácticamente la 10ª Comandancia de Carabineros de Algeciras, que como consecuencia de la ley de 15 de marzo de 1940 y la aplicación de la ley de 4 de junio de 1940, sobre concesión de créditos al Ministerio de la Gobernación, fue transitoriamente reconvertida durante unos meses en la 66ª Comandancia Administrativa de la Guardia Civil.
Los dos puestos de Carabineros en La Línea que no tuvieron continuidad en la Guardia Civil fueron el de Santa Bárbara y el de Caballería. El primero vigilaba 1.900 metros de costa comprendidos desde el antiguo baluarte que le daba nombre hasta la carretera que conducía a la colonia británica de Gibraltar, “a lo largo de la alambrada por el campo exterior”. Su plantilla estaba constituida por un brigada, un carabinero de 1ª clase y ocho de 2ª clase, que habitaban en la casa-cuartel que entonces existía junto a la aduana, ubicada donde hoy se encuentra la plaza de la Constitución, así como en viviendas particulares.
Y el segundo estaba formado por un cabo y cinco carabineros de caballería, que se alojaban igual que los anteriores. El ganado lo estaba en la ciudad y a sus expensas. Pertenecían a la suprimida sección de caballería de San Roque que tenía su fuerza distribuida en los puestos de Algeciras, San Roque, La Línea y Tarifa. Al entrar en vigor del decreto de 28 de septiembre de 1935, por el que se reorganizó el Cuerpo de Carabineros, pasaron a integrarse en los puestos de su residencia. Prestaban habitualmente servicio durante la noche, “en el Campo Interior de las Banquetas, de San Felipe, Santa Bárbara, y por la retaguardia de las alambradas para impedir que éstas sean cortadas”. 
Otros, cambiaron años después de nombre como fue el caso del puesto del Cachón de Jimena. Éste se trataba de un puesto de playa que tenía encomendada la vigilancia de 1.740 metros de costa, comprendidos entre la Escalereta del arroyo de Cachón de Jimena, por levante, y Punta Mala, por poniente. Tenía una potente plantilla integrada por un brigada, dos cabos, un carabinero de 1ª clase y veinte de 2ª clase. Su acuartelamiento tenía ocho pabellones para casados y sala para siete solteros. El resto del personal se alojaba lo mismo que los anteriores. Tal y como se decía en el “Escalafón General del Cuerpo de Carabineros”, editado en 1936, se trataba de un puesto de mucha responsabilidad por la poca distancia que había de la lengua del agua a las casas y la proximidad del Peñón. Dicha circunstancia facilitaba que los alijos del contrabando procedente de la colonia británica, pudieran ser rápidamente desembarcados e introducidos en algunas de esas viviendas, lo cual obligaba a que las postas de vigilancia estuvieran mucho más cerca entre sí que en otras zonas.
A pesar de que su demarcación pertenecía casi íntegramente al término municipal de San Roque, dependía del capitán jefe de la 2ª Compañía de La Línea de La Concepción, estando encuadrado en la 2ª Sección de San Felipe, junto a los puestos de San Felipe, y del Espigón, con el que limitaba por levante.
Durante las dos décadas siguientes mantuvo el nombre hasta que se le cambió su denominación por el de Príncipe Alfonso, debiendo ese nombre al antiguo hotel y puente situados en sus inmediaciones. 
En 1965 se encontraba al frente del puesto el sargento Francisco Ferrera Álvarez, constituyendo la fuerza del mismo, el cabo 1º José Rodríguez Corrales y los guardias de 2ª clase Ángel Vicente Valle, Francisco Martín Martí, Eugenio Costumero Periáñez, Cristóbal Marín Rojas, Antonio Ballesteros Muñoz, Anastasio Granero Carbonell, Martín Ahedo Camarero, Antonio Vilchez Sánchez, Manuel Jiménez García Muñoz, José Martín Álvarez Tejero y Juan García Torres. 
El 25 de octubre de 1968, con motivo de la 2ª fase de reorganización de la 262ª Comandancia de Algeciras, los 185 metros de su demarcación más cercanos a La Línea fueron asumidos por el de San Felipe, que a su vez absorbió al de El Espigón, así como otros 350 metros de playa del también suprimido puesto de Alambradas. Pero su historia no termina aquí …

martes, 3 de diciembre de 2019

LA GUARDIA CIVIL EN LA LÍNEA DE LA CONCEPCIÓN (XLII). EL PUESTO DE TORRENUEVA (1940-1970).

CLXXV Aniversario Fundación Guardia Civil (1844-2019).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", pág. 10, el 2 de diciembre de 2019.

El original contiene dos fotografías en blanco y negro.


La costa de La Línea de la Concepción ha sido testigo, a lo largo de los tiempos, de innumerables vicisitudes protagonizadas por naufragios, ataques de piratas y alijos de contrabando. Respecto a estos últimos la fuente principal de sus males procedía de la colonia británica de Gibraltar, lo cual obligaba a que se terminara por diseñar un vasto despliegue de pequeños acuartelamientos y puestos del Cuerpo de Carabineros a lo largo y ancho de su término municipal.
Uno de ellos, situado en primera línea de playa era el de Torrenueva, cuya denominación se debía a que en esa franja de costa mediterránea se levantaba una atalaya o almenara que formaba parte de una línea de torres de vigilancia costera durante el siglo XVI para hacer frente a las incursiones de los piratas berberiscos. 
La casa-cuartel se construyó sobre lo que fue el antiguo cuerpo de guardia de dicha torre, situada a sus espaldas. El acuartelamiento no existe actualmente, como la mayoría de los antiguos procedentes de Carabineros que también terminaron por ser demolidos, siendo un solar junto a la citada almenara que todavía se mantiene en pie, si bien muy deteriorada y lamentablemente en estado de ruina progresiva.
Sus orígenes como puesto de Carabineros datan casi desde los tiempos fundacionales del Cuerpo y ya en el plano levantado en 1862 por el teniente coronel de Ingenieros del Ejército Luis Juarez de Negrón y Fernández de Córdova, citado en capítulos anteriores, aparece reseñada su ubicación.
En el “Escalafón General del Cuerpo de Carabineros”, editado en 1936 por el brigada Eusebio Fernández Chimeno, se hacía constar que dicho puesto tenía encomendada la vigilancia de una playa en despoblado que tenía una extensión de 3.600 metros lineales. Confinaba por levante con Punta Mala, límite de demarcación con el puesto de Carboneras, y por poniente con el Cachón de la Atunara, límite de demarcación con el puesto de Atunara. Para llegar hasta el pequeño acuartelamiento, insuficiente para alojar a su plantilla, había un camino de herradura, considerándose esteril el terreno de su entorno. 
La vigilancia se hacía a pie, normalmente por parejas, establecidas en varias postas a lo largo de la playa, separadas como mínimo unos trescientos metros y no superior a los quinientos entre sí. La duración del servicio solía oscilar diariamente entre un mínimo de ocho horas y un máximo de doce. Eran tiempos en los que se carecía de medio de transmisión alguno y no había más opción de dar la alarma al resto de postas que los disparos de sus carabinas mauser. En aquella época no había practicamente posibilidad de descanso semanal y las vacaciones anuales que podían ser disfrutadas en cualquier mes del año para no perjudicar el servicio, es decir, no eran estivales, no superaban los quince días. Vida muy dura la de aquellos carabineros.
La plantilla estaba compuesta por un sargento, un cabo, un carabinero de 1ª clase y once de 2ª clase. La mayoría tenía que alojarse de alquiler en viviendas particulares, utilizándose prácticamente la pequeña casa-cuartel como oficina y lugar donde realizar el sorteo del servicio. 
Estaba entonces encuadrado junto al puesto de Atunara en la 2ª Sección de Atunara, perteneciente a la 1ª Compañía de La Línea de La Concepción, cuya cabecera, con su capitán al frente, estaba también ubicada en la barriada de dicho nombre. Los otros puestos de dicha compañía eran los de Carboneras y Guadalquitón, dependientes de la 1ª Sección de Carboneras y perteneciente todo ello a la 10ª Comandancia de Carabineros de Algeciras.
Al entrar en vigor la ley de 15 de marzo de 1940 y ser absorbido el Cuerpo de Carabineros por el de la Guardia Civil, el puesto de Torrenueva no fue de los que se fueron suprimiendo en los primeros años sino que la Guardia Civil lo mantendría durante casi tres décadas más. Concretamente hasta el 30 de junio de 1970, que tras una reorganización de la 262ª Comandancia de Algeciras, dispuesta el día 9 de ese mismo mes, pasó su plantilla y demarcación a incrementar la del puesto de La Atunara. 
La casa-cuartel, que era propiedad del Estado, se encontraba en una situación bastante regular de habitabilidad, careciendo de suministro general de agua y electricidad así como de línea telefónica, habida cuenta la distancia de despoblado que existía respecto al núcleo urbano más cercano que era el de La Atunara. El acuartelamiento, que albergaba un único y pequeño pabellón de la categoría de tropa, además de unas dependencias para su uso como oficinas, era una edificación que carecía también de cochera y de cuadra. Ocupaba apenas 134 metros cuadrados levantados sobre una parcela que no llegaba a los 1.400.
Al inicio de 1965 el comandante de puesto de Torrenueva era el cabo Enrique Olivares Ventura, estando su fuerza integrada por los guardias civiles de 2ª clase Antonio Rubio Jerez, Manuel Rodríguez Martín, Juan Aparicio Rosado, Jorge Barroso Barrera, Francisco Bravo Gordillo, Antono Camacho Samaniego, Jesús Rojo Morales, Manuel Márquez Calvente, Manuel Romero González, José Fernández Mejías y Pedro Torrecillas Ruiz, cuya fotografía de conjunto ilustra este artículo.