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miércoles, 29 de julio de 2020

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (XXV). BRIGADIER MIGUEL GUZMÁN CUMPLIDO (1819-1895). Decimosexta parte.

CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", el 27 de julio de 2020, pág. 10.

El original contiene una fotografía en color.



Por decreto del Gobierno de la República, de 9 de agosto de 1874, Miguel Guzmán Cumplido fue nombrado brigadier subdirector de los Tercios de la Guardia Civil en la isla de Cuba.

Hay que destacar que la extensión de la misma es muy superior a la de toda Andalucía. Casi 110.000 kmô frente a poco más de 87.000 kmô. Es decir, un vasto territorio al que todavía le quedaban prácticamente dos décadas y media de soberanía española.

Sin perjuicio de una importante presencia del Ejército, la Benemérita contaba ya en 1874 con un potente despliegue que cubría la totalidad de la isla caribeña. A ello le había precedido un periodo de dos intensas décadas en las que tanto el origen como su desarrollo inicial en Cuba habían sido diferentes de la Guardia Civil de la Metrópoli.

Desde el 30 de septiembre de 1872, fecha de la entrada en vigor de la Ley de Amalgama de 10 de julio del año anterior, ya estaba oficialmente integrada. La propuesta inicial había sido formulada el 13 de octubre de 1869 por el teniente general Domingo Dulce Garay, “Capitán general Gobernador superior civil de la Isla de Cuba”.

Éste había recibido un extenso escrito firmado por los principales hacendados de Cárdenas, Colón, Sagua, Santa Clara y Remedios, que el 23 de marzo anterior habían constituido una comisión para implementar la presencia y plantilla del benemérito Instituto en Cuba, lo cual finalmente consiguieron.

Entre otras cosas, necesitados de una fuerza militar que vigilase y protegiese las fincas de campo de las numerosas partidas de bandoleros que las asolaban, concluían: “La Guardia Civil, por su peculiar organización, por los satisfactorios resultados que ha producido, las merecidas simpatías de que goza en todas las jurisdicciones donde hasta ahora se ha establecido, es la única fuerza llamada a satisfacer la necesidad terminante de que se trata, garantizando hasta donde es posible, el respeto a la propiedad y a la seguridad de los caminos”.

La real orden de 23 de octubre de 1872 dispuso que la “Cartilla del Guardia Civil”, considerado el mejor código deontológico que haya tenido un cuerpo de seguridad pública en su historia, “será la que continuará observándose para la instrucción del servicio del Instituto en Ultramar”.

Con esa misma fecha se aprobó el nuevo “Reglamento militar para la Guardia Civil de Ultramar” en el que se disponía que los capitanes generales de Cuba y Puerto Rico serían sus directores natos, asumiendo en sus respectivos Ejércitos todas las facultades y atribuciones que las ordenanzas y reglamentos prescribían para los que desempeñaban iguales cargos en la Península.

Igualmente disponía que la Guardia Civil en las provincias de Ultramar dependería de los capitanes generales en lo concerniente a su organización, personal, disciplina, material y percibo de haberes, mientras que de los gobernadores superiores civiles lo sería en cuanto a su servicio especial y acuartelamiento.

También se dispuso en dicho reglamento que un oficial general de la clase de brigadier fuera el subdirector de la Guardia Civil en la isla de Cuba, cuyas facultades y atribuciones serían las mismas que las de los subinspectores de las demás Armas e Institutos de aquel Ejército.

Ascendido por real decreto de 4 de diciembre de 1872 a brigadier, el coronel de Infantería Pablo Baile Belástegui, que estaba al frente del Primer Tercio de la Guardia Civil con cabecera La Habana, se quedó en comisión al frente de la recién creada subinspección. 

Al inicio de 1874 tenía a su cargo ya cuatro Tercios de la Guardia Civil con una plantilla total de 3.917 hombres, de los que 3.126 eran de infantería y 791 de caballería: del 1º dependían las Comandancias de La Habana, Matanzas y Vuelta Abajo; del 2º las de Santa Clara, Cienfuegos, Sagua y Remedios; del 3º las de Santi-Spiritus y Morón; y del 4º sólo la de Puerto Príncipe.

El 30 de septiembre de dicho año, Guzmán, que se había desplazado a la ciudad de Cádiz, embarcó en su puerto a bordo del vapor correo “Antonio Lázaro”. Llegó a La Habana el 18 de octubre siguiente y cuatro días después se publicaba la orden general de la capitanía general de Cuba, a cuyo frente estaba José Gutiérrez de la Concha Irigoyen, donde se daba cuenta de que se había hecho cargo de la subinspección de los Tercios de la Guardia Civil. 

Estando ya Guzmán al frente, tras una reorganización que supuso la disolución de uno de los Tercios, quedó una plantilla total de 3.425 hombres, de los que 2.707 eran de infantería y 718 de caballería. El 1º continuó integrado por las mismas Comandancias, pero el 2º pasó a estarlo con las de Santa Clara, Cienfuegos, Remedios y Santi-Spiritus, mientras que el 3º lo fue con las de Santiago de Cuba y Holguín. 

Durante los seis años que Guzmán permaneció al frente de la Guardia Civil en Cuba, no tuvo tampoco paz ni sosiego. Después de tantos años de participar en innumerables acciones bélicas en la Península y norte de África, aún le quedarían dos conflictos armados en la isla caribeña. Se trataban de las llamadas Guerra Grande (1868-1878), en la que participaría su última mitad, y la primera mitad de la Guerra Chiquita (1879-1880). 

Además de las acciones contra las numerosas partidas de bandoleros que existían en tan extensa isla, la Guardia Civil desempeñó también un importante papel en la lucha que desarrollaban las fuerzas del Ejército contra los insurrectos. Al estar desplegados territorialmente en pequeños puestos eran objeto continuo de ataques y hostigamientos que les causaron numerosas bajas que a su vez provocaban las consiguientes reacciones de castigo.

Según se reseña en su hoja de servicios su participación en las operaciones en campaña durante ese periodo se circunscribían principalmente a las comisiones ordenadas por el capitán general, del cual dependía directamente, así como acompañándole en acciones concretas.

Entre todas ellas destaca el periodo comprendido entre el 20 de febrero y el 2 de marzo de 1876 en la provincia de Santa Clara que acompañó al teniente general Joaquín Jovellar Soler. Se trataba del nuevo capitán general de Cuba que acaba de tomar posesión del cargo tras cesar en la presidencia del consejo de ministros y como titular del ministerio de la Guerra.

El 28 de febrero de dicho año Guzmán asistiría a los combates que se entablaron en la llamada Loma del Jíbaro contra los insurrectos. Liderados por el cabecilla Máximo Gómez Báez terminaron por batirse en retirada, resultando victoriosas las armas españolas.

El 25 de junio de 1880, contando ya 61 años de edad, Guzmán regresaría a la Península. Su salud estaba afectada hasta tal punto que el capitán general de Cuba Ramón Blanco Erenas, le concedió cuatro meses de licencia por enfermo. 

El lugar de disfrute elegido para reponerse sería San Roque. Por real orden de 8 de julio siguiente fue destinado a la Península con dispensa de los dos meses que le faltaban para cumplir. Nuevamente volvía a la finca “El Almendral”, pero en su vida familiar se habían producido muchos cambios ...

(Continuará).




jueves, 23 de julio de 2020

LA GUARDIA CIVIL EN SAN ROQUE (XXIV). BRIGADIER MIGUEL GUZMÁN CUMPLIDO (1819-1895). Decimoquinta parte

CLXXV Aniversario “Cartilla del Guardia Civil” (1845-2020).


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR", el 20 de julio de 2020, pág. 10.

El original contiene una fotografía en blanco y negro.


Destinado el coronel Miguel Guzmán Cumplido nuevamente como subinspector del 12º Tercio (Burgos) causó alta en el mismo el 1º de agosto de 1873 y el día 26 de dicho mes ya se encontraba al frente de una columna de operaciones persiguiendo partidas carlistas.

Constituida por fuerzas de la Guardia Civil y del Ejército recorrió los montes de Burgos hasta que cinco días más tarde consiguió alcanzar a “la facción del cabecilla Manuel Rodríguez Penagos, a la cual dispersó e hizo 4 muertos y 2 prisioneros, cogiéndole 13 caballos y yeguas con varias armas”.

Continuó en “operaciones de campaña” hasta que el 16 de septiembre siguiente regresó a la capital burgalesa tras recibir la orden de entregar el mando de 12º Tercio y marchar al día siguiente urgentemente a Madrid para hacerse cargo, en comisión de servicio, del mando del 14º Tercio. 

Esta unidad, al contrario que los otros trece Tercios territoriales de la Guardia Civil, desplegados por toda la Península e Islas Baleares, tenía por demarcación sólo la capital del reino y constituía el principal garante de la seguridad pública en la misma.

Los orígenes del peculiar 14º Tercio se remontaban al real decreto de 6 de abril de 1859 por el que se creó la Guardia Civil Veterana al objeto de prestar servicio “dentro de la Corte, sobre la base de la Guardia Civil”. Por real orden de 28 de septiembre de 1862, dado lo positivo de los resultados obtenidos se aumentó su plantilla y se fortaleció su despliegue, pasándose a denominar “Tercio Veterano”.

Al cambiarse la denominación de “Dirección general de la Guardia Civil y Veterana” por la de “Dirección general de la Guardia Civil”, se dispuso por real orden de 7 de diciembre de 1864, con objeto de establecer la debida armonía, que el Tercio Veterano tomase el nombre de Tercio de Madrid. 

Tras el triunfo de la Revolución de 1868 y la salida de Isabel II, se dispuso su disolución, creándose en su lugar el 14º Tercio por orden de 20 de octubre de dicho año, dimanante del Gobierno provisional presidido por el gaditano Luis González-Bravo López de Arjona. Bajo su anterior presidencia del consejo de ministros se había dictado precisamente el real decreto de 28 de marzo de 1844, considerado como el embrión de la creación de la Guardia Civil. Dicho proyecto se consolidaría finalmente por real decreto de 13 de mayo siguiente con el gobierno presidido por el teniente general Ramón María Narváez Campos.

Su plantilla inicial estaba constituida por un coronel, un teniente coronel, dos comandantes, un capitán ayudante cajero, un ayudante médico, un capellán y diez compañías de infantería con un escuadrón de caballería. Es decir, una unidad potente que se convertía en el pilar fundamental para garantizar el orden y la ley en una ciudad y su extrarradio que en 1873 había superado ya los 350.000 habitantes.

Precisamente por decreto de 22 de octubre de dicho año se había creado el “cuerpo de la policía gubernativa y judicial en todo el territorio de la República”. Se trataba de uno más de los ambiciosos proyectos de seguridad pública que vieron la luz durante el siglo XIX pero que nunca terminaron de desarrollarse por falta de dotación presupuestaria y falta de voluntad política de los gobiernos que sucedían a los que los creaban.

Dado que el nuevo cuerpo policial, ideado para escenarios urbanos, comprendía los servicios de vigilancia y seguridad, se específicaba que esta última rama contaría “con organización y disciplina análogas a la de la Guardia Civil conforme a un reglamento especial”. De hecho, se especificaba que “los guardias de seguridad deberán ser licenciados del Ejército de la clase de sargentos y cabos, o licenciados de la Guardia Civil, que se elegirán según sus hojas de servicios”.

No hay que olvidar, aunque en los últimos años hay un intento inexplicable de reescribir la historia, el trascendental peso que tuvo la Guardia Civil en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX respecto a la organización, dirección y formación de los diferentes cuerpos de policía estatales que existieron.

El 24 de octubre de 1873 se dispuso la organización y composición del nuevo cuerpo en la provincia de Madrid, si bien, una vez más apenas pudo desarrollarse tal y como se legisló, ya que por decreto de 11 de enero siguiente procedió a derogarse, dadas “las circunstancias anormales de nuestro país y la guerra implacable que devora a algunas de nuestras provincias”.

Se volvió por lo tanto a restablecer provisionalmente el decreto de 28 de marzo de 1871 mediante el cual el comandante de la Guardia Civil Gregorio Valencia Orús, destinado en el mentado 14º Tercio, había sido nombrado jefe del nuevo Cuerpo de Orden Público. Éste había sido creado el 20 de febrero anterior para la vigilancia de la capital madrileña y sus afueras.

Por lo tanto, así se estaba cuando el coronel Guzmán fue comisionado para hacerse cargo del mando del 14º Tercio de Madrid. Su jefe anterior, el coronel Santiago Blanco Olozábal había pasado a la situación de retiro por cumplir la edad reglamentaria y mientras se nombraba e incorporaba un nuevo titular era necesario que alguien con el perfil y prestigio suficiente se hiciera cargo de su mando.

El 4 de enero siguiente, incorporado el coronel José de la Iglesia Tompes, cesó en su comisión de servicio y regresó a Burgos para volver a hacerse cargo del mando del 12º Tercio. La Tercera Guerra Carlista continuaba y eran precisos sus servicios en el frente del Norte.

Así, el 9 de febrero salió con fuerza a sus órdenes en dirección a Santander acompañando al recien nombrado capitán general de Burgos, mariscal de campo Fernando Primo de Rivera Sobremonte. Una vez en la zona de operaciones se le confirió con sus guardias civiles, la misión de vigilancia de las líneas férreas y telegráficas entre Santander y Reinosa, al objeto de evitar que fueran saboteadas por los carlistas. También se le encomendó la protección del flanco izquierdo y la retaguardia de la división mandaba por Primo de Rivera.  

El 18 de abril regresó a Burgos y sin descanso alguno volvió a marchar al día siguiente para Briviesca, capital de la comarca de La Bureba, al objeto de ponerse al frente de una potente columna compuesta por un millar de efectivos pertenecientes a la Guardia Civil y diferentes unidades del Ejército que estaban en persecución de partidas carlistas.

A partir de esa fecha y durante los meses de abril, mayo, junio y julio de 1874 se van relatando en su hoja de servicios diferentes acciones y encuentros sostenidos contra los carlistas, a los que les va infiriendo constantes bajas que tienen por escenario las localidades de Lozares de Tobalina, Nofuentes, Paradores de Vivanco y Villaverde.

El 12 de agosto regresó a Burgos y entregó el mando del 12º Tercio ya que tres días antes el gobierno de la República lo había promovido al empleo de brigadier subdirector de los Tercios de la Guardia Civil en la isla de Cuba. 
   
(Continuará).