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miércoles, 29 de enero de 2014

BERETTA 1931: LA PISTOLA DE LA "REGIA MARINA"



Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Revista "ARMAS" nº 202 correspondiente al mes de marzo de 1999, págs. 83-90. 
El original está ilustrado con diez fotografías en color y tres en blanco y negro.


"El 9 de septiembre de 1931 la fábrica de Pietro Beretta entregaba su última novedad a la Marina Real italiana: una pistola semiautomática recamarada para el cartucho 7'65 mm. browning y cuyo número de serie era el 400.001".



Introducción.


Hasta ese día la autodenominada "Prima Fabbrica Italiana d’ Armi", fundada en el año 1680 y situada en Gardone Val Trompia (Brescia) había recorrido ya un corto pero fructífero camino en la producción de armas cortas de fuego.

Las Fuerzas Armadas italianas tras su tardía incorporación el 23 de mayo de 1915 a la Gran Guerra (1914-1918) comprobaron bien pronto que sus anticuados revólveres Bodeo modelo 1.889 calibre 10'35 mm., y sus nuevas pistolas Glisenti modelo 1.910 calibre 9 mm., eran insuficientes, ineficaces y demasiado costosas para dotar a sus efectivos.

Tan sólo la Regia Marina (R.M.) disponía de un número limitado de pistolas Máuser calibre 7'63 mm.


Las primeras pistolas Beretta.


Italia necesitaba una pistola de construcción y mantenimiento sencillo con el menor coste económico posible.

Pietro Beretta (1870-1957) al frente de su fábrica vendría a salvar la delicada situación e inmediatamente empezaría la producción en serie de un proyecto patentado el 29 de junio de 1915: una pistola recamarada para el cartucho reglamentario 9 mm., "normale" (glisenti). Sería bautizado como modelo 1915 y llegaría a alcanzar la cifra de 4.200 unidades mensuales.

También se fabricaría otra versión destinada inicialmente a su comercialización pero que sería adquirida en parte por la Regia Marina. Sus principales diferencias eran el empleo del cartucho 7'65 mm. browning y la ausencia del expulsor y del seguro manual que tenía la recamarada para el 9 mm. glisenti. En los catálogos de la época sería denominada modelo 1917.

Posteriormente y una vez finalizada la contienda nacería el modelo 1922 en calibre 7'65 mm., como consecuencia de algunas mejoras que quedaron registradas el 10 de febrero de 1919 bajo la patente número 172.302. Este sería el motivo por el cual se troquelaría en su corredera a partir de entonces y hasta la aparición del modelo 1934 la forma abreviada de "brevetto" (patente) 1915-1919.

El modelo 1922 sería también utilizado por la Regia Marina habiendo adquirido entre 1924 y 1927 varios centenares. Dejaría de fabricarse en 1932.

Los estudios más serios calculan que entre los tres modelos citados (1915, 1917 y 1922) se fabricaron unos 115.000 ejemplares. Desgraciadamente y debido a que parte de los archivos de la fábrica Beretta fueron destruidos durante los bombardeos americanos de la 2ª Guerra Mundial (1939-1945), no se pueden tener datos exactos.

Ello impediría por ejemplo conocer también con detalle los datos referentes al primer modelo de calibre 6'35 mm. denominado 1919, en sus dos versiones y que se sitúan entre 1919 y 1922.

A continuación llegaría el modelo 1923 con su martillo externo y en sus tres versiones: Dos militares y una comercial, todas ellas en 9 mm., glisenti. Se trataba de un arma compacta y segura que asentaría la fama de la firma Beretta en la fabricación de pistolas militares.

En total se fabricaron cerca de 10.000 ejemplares destinados principalmente al Regio Esercito (R.E.). Como curiosidad diremos que unas 600 de ellas fueron vendidas a la Policía de la provincia de Buenos Aires (Argentina) entre 1933 y 1934 y que un ejemplar fue remitido como muestra a la Marina turca en agosto de 1931.

Poco después surgiría una tercera versión de la pistola modelo 1919 de 6'35 mm. browning en la que se incorporaría un interruptor de disparo del tipo empleado en el modelo 1923. Esta nueva variante y debido a pequeñas modificaciones estéticas iría siendo conocida sucesivamente en los catálogos comerciales como los modelos 1926, 1926-1931 y 1934 si bien en su corredera se mantuvo siempre la inscripción de 1919.


El modelo 1931.


El modelo 1923 aunque se trataba de una pistola bien construida no terminaba de convencer al estamento militar dado el cartucho para el que estaba recamarada.

Ello por supuesto no era culpa de la firma Beretta ya que el 9 mm., glisenti era el cartucho reglamentario, ignorándose porqué no se había adoptado otro más potente. Era muy similar externamente al eficaz 9 mm., parabellum pero se quedaba sólo en eso porque en lo demás dejaba mucho que desear.

En cambio el modelo 1922 había despertado el interés de los militares y policías italianos. Además de la Regia Marina la Regia Aeronautica (R.A.) había adquirido una cantidad algo inferior.

El Ministerio del Interior a través del Laboratorio de la Policía de Roma también se interesaría por ella así como alguna de las organizaciones del régimen fascista como la Milizia Nazionale della Strada.

El arsenal militar de Terni procedería a realizar una serie de pruebas con algunas decenas de ejemplares. Lo mismo haría el Centro de Estudios del Ejército sito en Furbara, cerca de Roma. La Regia Marina también trabajaría en ello.

Los expertos militares entraron en contacto con los de la firma Beretta, a cuyo frente estaba Tullio Mangeroni. Pronto empezaron a trabajar en un nuevo modelo. El objetivo era recoger la mejor de los modelos 1922 y 1923.

Del primero se tomaría su calibre, dimensiones, peso y su bajo coste. Del segundo se cogería su mecanismo de disparo y el martillo externo. Como fruto de todo ello nacería de la mano de Mangeroni el modelo 1931: una pistola que casi 70 años después se convertiría en una de la piezas más apreciadas por los coleccionistas de las pistolas Beretta.

Además hay que resaltar que el modelo 1931 sería la pistola que daría lugar a la famosísima modelo 1934 de 9 mm. corto.


En la Regia Marina.


Beretta siguiendo su tradición de asignar una serie independiente para cada modelo iniciaría la fabricación del 1931 con el número 400.000. Como ya hemos dicho al principio la Regia Marina recibiría el ejemplar número 400.001, siendo de su completa satisfacción.

Benito Mussolini (1883-1945) era entonces además de jefe del gobierno italiano el ministro de la Regia Marina desde 1925, fecha en la que había destituido al almirante Paolo Thaon di Revel por oponerse a que la aviación naval fuese absorbida por el "Comisariato dell’ Aeronautica". Entre 1925 y 1940 el Subsecretario de Estado para la Marina y Jefe del Estado Mayor de la Armada italiana sería el almirante Domenico Cavagnari.

Bajo ambos responsables la Regia Marina firmaría el primer contrato el 30 de marzo de 1933 por 600 pistolas. Al año siguiente se firmarían tres contratos más. Concretamente los días 5 de enero, 2 y 6 de junio por una cantidad de 2.000, 150 y 500 pistolas respectivamente.

La Regia Marina adquirió en total 3.250 pistolas del modelo 1931, siendo fácilmente distinguibles del resto por el medallón plateado que se encontraba incrustado en sus dos cachas de madera. En su interior aparecía un ancla flanqueado por las iniciales R.M.


Versiones y punzonados.


El primer millar de pistolas fabricadas de este modelo y entre las que se encontraban las del primer lote adquirido por la Regia Marina corresponde a la primera versión. Son fácilmente identificables a simple vista no sólo por su numeración sino también por disponer de unas cachas de forma rectangular más cortas en su parte superior.

La palanca del seguro efectúa un giro de 180º frente a los 120º de los modelos anteriores. Ello tenía el riesgo de poder provocar su accionamiento involuntario por parte del tirador. Otro detalle diferenciador eran los círculos concéntricos del botón del citado seguro.

El resto de la producción dispondría de unas cachas más alargadas que cubrían casi por completo el interruptor de disparo evitando así que pudiera entrar suciedad. Además se había procedido a dejar el espacio necesario para facilitar el giro de 180º de la palanca del seguro. Su botón llevaría un dibujo de rayadillo.

Pero la Regia Marina no fue la única interesada por el modelo 1931. La Milizia Nazionale Forestale compraría también cierta cantidad y el resto serían vendidas a mayoristas como "Angelini" de Trieste y "Marte" de Bologna.

Los siguientes lotes de la Regia Marina serían de la segunda versión. También fueron adquiridas por la Regia Aeronautica y la Milizia Portuale. Las destinadas al mercado civil se diferenciaban porque en el medallón de las cachas aparecía el monograma de P.B.

Algunas de ellas fueron lujosamente grabadas y obsequiadas a jerarcas fascistas y militares de la época. Así por ejemplo la número 401.748 sería regalada en 1932 al general Pietro Badoglio (1871-1956) quien el 25 de julio de 1943 sería nombrado jefe del gobierno italiano tras ordenar el rey Vittorio Emanuelle III (1869-1947) el arresto de Mussolini. Estos ejemplares de lujo tenían el número de fabricación seguido de la letra "A" que al parecer significaba "Autorità".

Todas las armas eran sometidas a los correspondientes controles de calidad y seguridad en los bancos de pruebas. La mayor parte de las pistolas del modelo 1931 fueron troqueladas con el punzonado de la sección de Gardone V.T., perteneciente al banco de pruebas italiano.

Este había llegado a tener tres secciones sitas en Brescia, Gardona V.T., y Camerlata aunque esta última sólo funcionó entre el 2 de febrero de 1925 y el 28 de febrero de 1926.
En mayo de 1930 la sección de Brescia se trasladó a Gardona V.T., ya que se había convertido en el epicentro del área de producción armera italiana.

No obstante los últimos lotes entregados a la Regia Marina fueron troquelados con los punzones del arsenal naval de La Spezia junto a las iniciales del inspector-jefe militar (B.S.).


Su evolución.


A medida que va avanzando la numeración del modelo 1931 se puede ir apreciando pequeñas modificaciones, fruto tanto de los diseñadores de la firma italiana como de los informes militares que se emitieron al respecto. Así por ejemplo se va observando como se va redondeado la parte posterior de su empuñadura y se alarga un poco al objeto de facilitar su mejor agarre.

Una cantidad indeterminada de esas pistolas verían como la última cifra "1" de la inscripción del modelo que aparecía en el lateral izquierdo de sus correderas era retroquelada con un "2" dando lugar al denominado modelo 1932. La razón de ello no ha podido ser suficientemente explicada.

Aunque se ignora la cantidad exacta de pistolas que fueron "rebautizadas" de esta forma dada la destrucción de los archivos durante la última guerra mundial, no tuvo que ser muy elevado y de hecho ni a ellas ni a las que le siguieron con nuevas denominaciones se les asignó una numeración o serie especial sino que estaban intercaladas o continuaron con la del modelo 1931.

Hay investigadores que creen que las 150 pistolas adquiridas por la Regia Marina el 2 de junio de 1934 y entregadas cinco meses más tarde eran del modelo "rebautizado" 1932. En el museo de la fábrica Beretta existe un ejemplar con el número 402.884 retroquelado como modelo 1932.

Sin embargo por ejemplo la número 406.320 punzonada en el arsenal de La Spezia el 27 de junio de 1934 y la número 406.713 que ilustra este artículo tienen troquelado el modelo 1931. Realmente todo un pequeño misterio. No obstante todas siempre mantuvieron el medallón plateado con el anagrama de la Regia Marina.

El modelo 1931 inició su producción en septiembre de 1931 y cesó en noviembre de 1934. El número total se cree que alcanzó los 8.000 ejemplares sin que se sepa cuantos corresponden al punzonado como modelo 1931 y cuantas al "rebautizado" 1932.

Pero la historia de los retroquelados no acaba aquí y así nos encontramos con cerca de 2.000 ejemplares cuyo número "1" había sido repunzonado con la cifra "4" dando así lugar a la aparición del modelo 1934 para cartucho 7'65 mm. browning.

La primera constancia de ello que aparece en lo que quedó de los archivos de Beretta es la correspondiente al número 408.671 que fue vendida al mayorista "Angelini" el 30 de noviembre de 1934. Se considera que su producción continuó hasta el año siguiente llegando a superar el número 410.000.

Por otro lado se construyó una cantidad desconocida del modelo 1932 recamarada para el cartucho 9 mm. "corto", denominado expresamente así para diferenciarlo del 9 mm. "normale" (glisenti) y del 9 mm. "lungo" (browning). Su longitud era la misma pero la altura aumentaba en un centímetro para prolongar la empuñadura y mejorar el agarre. El cargador tenía capacidad para 7 cartuchos en vez de los 8 que tenía el de 7'65 mm. El peso según catálogo de la época sólo aumentaba en 10 gr.

Al menos una de ellas se conserva en el museo de Beretta. Puede afirmarse que es el eslabón que precede inmediatamente a la famosísima pistola "modello 1934" de 9 mm. corto que sería adoptada por el Regio Esercito y cuya numeración siguiendo la tradición de Beretta comenzó con el número 500.000.

Por su parte la Regia Marina, la Regia Aeronautica y la Publica Sicurezza (P. S.) continuarían con su cartucho de 7'65 mm., browning. A partir de 1935 la pistola toma la denominación de "modello 1935" continuando la numeración iniciada por el modelo 1931 ya que al fin y al cabo se consideraba por el propio fabricante sólo una versión mejorada de éste.

Las cachas de madera serían sustituidas por otras de baquelita negra. No volvería a aparecer más el medallón plateado de la Regia Marina.


Características del modelo 1931.


La "pistola automatica d’ordinanza modello 1931 calibro 7'65 a cane esterno" fue en su momento la estrella de Beretta.

Tullio Mangeroni supo conjugar perfectamente el tamaño, peso y calibre del modelo 1922 con el mecanismo de disparo y el martillo externo del 1923. Esto último se vendía en los catálogos de la época como la máxima seguridad para poder portar sin peligro el noveno cartucho en su recámara.

La 1931 con una longitud de 150 mm., una altura de 110 mm. y un peso de 610 gr. con cargador incluido, la convertían en un arma muy manejable y cómoda aunque no deja de llamar la atención la adopción militar de un cartucho como el 7'65 mm. browning. No obstante si repasamos la historia italiana sobre el 9 mm. glisenti y el 9 mm. corto reglamentarios en sus fuerzas armadas durante muchos años, no debe sorprendernos.

Las piezas más grandes están construidas en un acero de gran calidad. Para las integradas en el mecanismo de disparo se utilizaron aceros al cromo-níquel y al cromo-molibdeno.

Su sistema de cierre es el de inercia y muy apropiado para el tipo de cartucho que utiliza. La mira que monta es regulable, siendo esto la primera vez que ocurría con una pistola Beretta.
Asimismo usa el característico cargador del tipo que tenía el modelo 1923. Su prolongación con un apéndice curvo para el apoyo del dedo meñique favorecía enormemente el empuñamiento. También se utilizó el cargador de base plana.

La 1931 mantuvo el diseño de la gran ventana expulsora con que había sido construidas sus predecesoras. Esto hacía muy difícil el "encasquillamiento" tan normal en otras pistolas de la época. Este detalle, mantenido en el tiempo por Beretta, ha sido siempre uno de sus grandes éxitos.

El enganche del cargador está alojado en la base de la empuñadura, siendo el sistema más seguro para no perderlo accidentalmente por una presión involuntaria como podía ocurrir con las pistolas dotadas de botón lateral.

Por último decir que su mantenimiento y limpieza es muy sencillo. Para desmontarla sólo es necesario retroceder la corredera hasta su retenida con la palanca del seguro lateral girada 180º y dar un ligero golpe a la boca de fuego del cañón con la palma de la mano para que salte.


La modelo 1931 en España.


Tanto el ejemplar que aparece en las fotografías y que tiene el número de fabricación 406.713 como por ejemplo la número 406.285 pertenecen a colecciones privadas españolas. Sólo unas pocas se conservan en nuestra patria. Su pequeña historia es digna de ser contada.

Las primeras pistolas del modelo 1931 llegaron a manos españolas durante nuestra última guerra civil (1936-1939). No formaban parte del armamento que Italia entregó al bando nacional y que ya el 31 de marzo de 1934 el teniente general Emilio Barrera (exiliado en París desde el fracaso de la sublevación del general Sanjurjo el 10 de agosto de 1932) y Antonio Goicoechea (presidente del partido político Renovación Española) solicitaron durante una entrevista privada mantenida en Roma con Benito Mussolini y el mariscal Italo Balbo (20.000 fusiles, 20.000 granadas de mano y 200 ametralladoras).

Eran portadas por oficiales de la Regia Marina y de la Aviación Legionaria Italiana como dotación individual y que por muy diversas causas nunca regresaron a Italia.

Las fuerzas terrestres italianas agrupadas inicialmente en la Misión Militar Italiana en España (M. M. I. S.) hasta el 17 de febrero de 1937 en que pasó a denominarse C.T.V., Comando Truppe Voluntaire (también conocido por Corpo Truppe Voluntaire) no usaron el modelo 1931.

Las fuerzas del C.T.V. encuadradas al principio en cuatro divisiones ("Dio lo Volue"-Dios lo Quiere; "Fiamme Nere" - Llamas Negras; "Penne Nere" - Plumas Negras y "Volontari del Littorio" - Voluntarios del Lictor) portaban en aquellos casos que reglamentariamente les correspondiese el revólver Bodeo modelo 1.889 y pistolas Beretta de los modelos 1915, 1923, 1934 y 1935. Aunque existen fotografías de la época portando en algún caso al cinto nuestra magnífica pistola Astra modelo 1921.

Pero volvamos a nuestro modelo 1931 de la Regia Marina. Al haber quedado al principio de la guerra civil las bases de submarinos de Cartagena y Mahón en la zona republicana y asesinados la mayoría de sus oficiales, el bando nacional se había quedado sin buques ni hombres de esta especialidad. Por ello iniciaron unas largas y complicadas gestiones ante Alemania e Italia.

La sucesiva llegada a los puertos mediterráneos de la zona republicana de mercantes soviéticos con material de interés militar en los primeros meses motivó que la parte nacional reclamara también más ayuda a sus dos países amigos.

Italia reforzó la vigilancia en el canal de Sicilia, paso obligado de los mercantes soviéticos procedentes del mar Negro con destino a los puertos del levante español y constituyó la Misión Naval Italiana en España (M.N.I.S.). En octubre de 1936 la Regia Marina decidió enviar a algunos de sus submarinos.

Al frente de la M.N.I.S., estaba el capitán de navío Giovanni Remeddio Ferreti que llegó a un acuerdo con el Estado Mayor de la Armada nacional en virtud del cual un jefe u oficial de la Marina española embarcaría en cada uno de los submarinos designados para actuar en nuestras aguas en calidad de comandante adjunto.

Así empezaron a embarcar marinos españoles en los submarinos "Torricelli", "Naiade", "Topazzio", "Sciessa", "Glauco", "Jalea", "Otoria" y "Tazzoli". También con ocasión de operaciones navales combinadas marinos italianos embarcaron en barcos de guerra españoles como fue el caso del "Canarias" entre otros.

Cruceros como el "Duca D’ Aosta", "Eugenio di Savoia", "Fiume", "San Giorgio", "Alberico de Barbiano", "Raimondo Monte Cuccoli" o "Quarto" y destructores como el "Nicoloso da Recco", "Niccolo Zeno", "Giovanni de Verazzano", "Alvise de Mosla", "Carlo Mirabello", "Audace" o "Antonietto Usodimare" entre otros participarían en diversas operaciones de apoyo a la marina del bando nacional, recalando en ocasiones en sus puertos.

Asimismo varios buques mercantes españoles del bando nacional fueron enviados al arsenal naval italiano de La Spezia al objeto de ser artillados con piezas de 120 y 75 mm., y ametralladoras de 13 mm. Tal fue el caso por ejemplo del "Rey Jaime I", "Mallorca" y "Ciudad de Palma" navegando en ellos durante los primeros meses marinos italianos para suplir la falta de hombres y experiencia en el manejo de la artillería.

Tras el reconocimiento del gobierno del bando nacional por parte del italiano el 19 de octubre de 1936, la Regia Marina desplazaría a varios de sus oficiales al territorio español con misiones de asesoramiento, enlace, apoyo e inteligencia naval. Marinos españoles partirían también para Italia.

En 1937 la Regia Marina entregaría a la Marina del bando nacional los modernos submarinos "Torricelli" y "Archimede" que serían rebautizados como "General Sanjurjo" y "General Mola" así como cuatro viejos destructores "G. Pepe", "Alessandro Poerio", "Aquila" y "Falco" que tomaron los nombres de "Huesca", "Teruel", "Ceuta" y "Melilla" respectivamente y también cuatro lanchas torpederas.

En el bando republicano combatieron también italianos aunque estos no llegaron a conocer la Beretta modelo 1931 ya que en su mayoría se trataban de activistas anarquistas, comunistas y socialistas que habían tenido que exiliarse después de la "Marcha sobre Roma" protagonizada el 28 de octubre de 1922 por Mussolini y el golpe de estado que dio él mismo el 3 de enero de 1925.

Se encuadraron en unidades como el batallón "Garibaldi" de las Brigadas Internacionales. Incluso llegó a estar un ex-oficial de la Regia Marina llamado Aldo Morando que fue jefe del estado mayor de la XIV Brigada Internacional.

Tras el triunfo del bando nacional se dispondría por una ley de 8 de septiembre de 1939 un espectacular plan de construcción naval con apoyo italiano y alemán. Se trataba de alcanzar una flota integrada por 4 acorazados del tipo "Littorio", 2 cruceros, 12 cruceros ligeros, 54 destructores, 36 torpederos, 50 submarinos, 100 lanchas torpederas y un número indeterminado de buques auxiliares.

Aunque llegaron a desplazarse a España oficiales de la Regia Marina el inicio y evolución de la 2ª Guerra Mundial paralizaría dicho programa. No obstante durante el transcurso de esa contienda hubo numerosos miembros de la armada italiana en España que desarrollaron misiones de muy diverso tipo así como marinos españoles en Italia.

En septiembre de 1943 el crucero ligero "Attilio Regalo" acompañado de 3 destructores y un torpedero italiano se internaron en el puerto de Mahón al objeto de que se atendiera sanitariamente a los cerca de 600 supervivientes del acorazado "Roma" que se había hundido con más de 1.000 hombres de su tripulación.

Había sido atacado por la aviación alemana cuando en unión del grueso de la escuadra italiana se trasladaba el 9 de septiembre al puerto de La Voletta. El destino era entregarse a los Aliados como consecuencia del armisticio firmado en Cassabile tan sólo 6 días antes por el general Costellano en representación del mariscal Badoglio.

Fueron en encuentros y situaciones como los descritos en que varias docenas de pistolas del modelo 1931 pertenecientes a la Regia Marina pasaron a manos de marinos españoles. Unas veces fueron como intercambio, regalo o recuerdo de amistad, gratitud y compañerismo. En otros casos prefirieron entregarlas antes que tener que hacerlo a sus enemigos.

La mayoría de ellas continúan en poder de aquellos oficiales españoles y de sus descendientes que siguieron la carrera militar. Otras han tenido por desgracia que ser inutilizadas para cumplir la estricta legislación española de coleccionismo de armas.


Epílogo.


La Regia Marina con sus más de 600.000 toneladas de desplazamiento y más de 500 unidades estaba considerada la 5ª del mundo, detrás de la del Reino Unido, Estados Unidos, Japón y Francia.

Al terminar la guerra habían resultado hundidos 383 de sus buques y muertos 28.937 de sus hombres. Muchas de las 3.250 pistolas Beretta del modelo 1931 de la Regia Marina descansan en el fondo del mar junto a los restos de aquellos que supieron portarlas con honor y valor.

No olvide el amable lector que ha tenido la paciencia de leer este trabajo que un arma no se puede nunca valorar ni contemplar sin recordar ni tener presente la página de la Historia en que vivió.

Nota sobre Bibliografía.


Dada la gran cantidad de datos puntuales que se han integrado en este artículo ha sido necesaria la consulta de numerosísimas fuentes personales, documentales y bibliográficas, agradeciéndose expresamente la aportada por la propia firma BERETTA.

No obstante para los interesados en la historia de las pistolas de esta fábrica italiana se recomiendan precisamente por este orden las siguientes obras consultadas: "Pietro Beretta. Le Automatiche" de Menchini-Taviani. Editorial Olimpia. Italia; "1915-1985: Settant’ anni di pistole Beretta" de Carlo Camarlinghi. Editorial Olimpia. Italia y "Les pistolets Beretta" de Michel Malherbe. Editorial Pardés. Francia.

martes, 28 de enero de 2014

IDENTIFICACION POLICIAL DE LA CARTUCHERIA METALICA.



Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Técnica Profesional" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 659, correspondiente al mes de marzo de 1999, págs. 62-65. 
El original está ilustrado con seis fotografías en color.

Introducción.

Hace unos meses con ocasión de una brillante operación policial culminada por Fuerzas de la Guardia Civil, se rescató una mujer secuestrada por una banda internacional de delincuentes. Entre las armas y efectos intervenidos, se encontraron numerosas cajas de munición que contenían varios miles de cartuchos de diferentes países, marcas, calibres y tipos. 

Ello supuso ramificar la investigación posterior para conocer su procedencia y posibles circuitos de entrada en España, emitiéndose los correspondientes informes a la autoridad judicial e INTERPOL.

Casos como el descrito son cada vez más frecuentes en nuestra Patria. Hemos pasado de encontrarnos hechos delictivos en donde la participación de armas de fuego y sus municiones era casi anecdótica y normalmente de procedencia nacional, a una época donde la nueva delincuencia extranjera que se va afincando en España se nutre en los mercados negros internacionales del mejor y más sofisticado armamento.

La liberalización de fronteras con los demás países de la Unión Europea y el resurgimiento del turismo con un potencial anual de visitantes extranjeros que casi dobla la población española censada, es aprovechada en su propio beneficio por determinadas organizaciones mafiosas. Estas saben lo difícil que es en esas circunstancias para cualquier estructura policial de un país occidental, prevenir, controlar y reprimir a veces sus efectos perniciosos.

No obstante ello debe motivarnos y obligarnos a profundizar y actualizar nuestros conocimientos profesionales. Así, dentro del campo de la investigación policial, el hallazgo o intervención de cartuchos o sus vainas percutidas en el lugar del crimen nos podrá proporcionar en muchos casos su nacionalidad, marca, calibre, clase, modelo, tipo y fecha de fabricación.

Todo esto nos aportará una información que podrá ser de gran importancia para que combinada eficazmente con otros indicios, datos y pruebas obtenidas durante la investigación policial, permitan la identificación del autor o autores del acto delictivo. Adentrándonos en el campo de la criminalística, caso de que se trate de vainas percutidas, nuestros especialistas del Laboratorio, podrán determinar por las marcas dejadas por el expulsor, extractor y aguja percutora, el tipo y marca e incluso modelo del arma utilizada. 

Si además conseguimos recuperar alguno de los proyectiles disparados podremos en su momento y caso de que se intervenga el arma sospechosa, demostrar definitivamente si fue o no utilizada en el crimen.

Composición del cartucho.

Como norma general recordar que el cartucho se compone al menos de bala o proyectil, vaina, y pólvora o carga de proyección. En el caso de munición de percusión central habrá que añadir la capsula iniciadora. También existe determinado tipo de cartuchería llamada de percusión anular en donde esta cápsula es sustituida por el iniciador. 

Por último hacer mención a una cartuchería que el día que se desarrolle completamente y se difunda su empleo nos pondrá más difíciles las cosas. Se trata de la munición sin vaina en donde los únicos componentes son: bala, pólvora y cápsula.

Los códigos y marcas de identificación.

Lo ideal ante el hallazgo o aprehensión de cartuchería es que ésta se encuentre en el interior de su empaque de cartón o plástico, en donde constará normalmente casi todas las respuestas que nos harían falta. Desgraciadamente, eso es algo que se da muy raramente salvo en casos de intervención de depósitos de municiones.

Una cartuchería de fabricación reciente, nacionalidad determinada y tipo concreto nos acotará seguramente mucho más la línea de investigación que si se tratara de una munición de igual calibre pero de procedencia nacional y con más de veinte años de antigüedad por ejemplo.

Actualmente la munición de las armas ligeras, se encuentra identificada por unos códigos propios de cada país. Sin embargo no existen unas normas estándar para todos los del mundo. No obstante se tiende a unificar criterios entre los países occidentales y muy especialmente si son miembros de la OTAN al igual que también ocurría entre los pertenecientes al desaparecido Pacto de Varsovia.

A pesar de todo la identificación es bastante compleja, sin embargo podemos establecer los siguientes elementos de identificación:
Código de color en bala.
Podrán afectar a su punta, banda y unión con la vaina. Estos códigos podrán variar según el periodo de fabricación. Así por ejemplo en España podríamos diferenciar cuatro épocas. Una primera que comprende desde finales del siglo pasado hasta el inicio de nuestra última guerra civil. 

Una segunda que abarca los años de esa contienda (1936-1939). Posteriormente continuaríamos con otra que va desde 1940 hasta el año 1965, momento a partir del cual nos adaptamos a la normativa OTAN.

Consecuentemente con ello nuestros códigos OTAN reglamentarios de colores pintados son:
  • Sin pintar: cartucho ordinario.
  • Rojo: cartucho trazador.
  • Negro: cartucho perforante.
  • Plata o Aluminio: cartucho perforante-incendiario.
  • Amarillo: cartucho de señalización o localización.
  • Azul: cartucho incendiario.
Cuando el proyectil cumple varias de estas funciones o características, su identificación se marcará por una combinación de estos colores.

En este punto es importante significar que se trata de lacas de colores pintadas sobre el proyectil y que no tienen absolutamente nada que ver con las puntas de material plástico de los proyectiles expansivos que poseen en ocasiones la cartuchería comercial deportiva o de caza.
Marcas en el cuerpo cilíndrico de la vaina.
Se trata de los moleteados simples, dobles o triples que pueden presentar la vaina así como los engarces que se aprecian por sectores en la boca de la propia vaina o por muescas horizontales verticales en el gollete.
Marcaje en el culote de la vaina.
Se produce por estampación y será normalmente el primer elemento en el que nos fijemos. También podemos afirmar que será el que más información nos proporcione y que más quebraderos de cabeza llegue a darnos dada su infinita variedad.

Las marcas pueden consistir en números, letras, figuras geométricas, signos o combinación de todos ellos. Para una identificación policial sería necesario como mínimo conocer cuatro datos: nacionalidad, calibre, fabricante y fecha de producción. Sin embargo en la mayoría de las ocasiones, sólo dispondremos de los tres primeros.

Puede ocurrir incluso que no aparezca marcado siguiera el calibre, pero midiendo el diámetro de la boca de la vaina y la altura total de la misma sabremos a que tipo de arma estaba destinada. En el mundo occidental puede venir expresado en milímetros (7'62 x 51 por ejemplo) o en pulgadas (.308 W). En tal caso recordar que 1 pulgada equivale a 25'4 milímetros.

También es posible encontrar cartuchos cuyas marcas estampadas en el culote no se corresponden con las verdaderas. Ello puede deberse a que se trate de munición experimental, marcados incorrectos o defectuosos de fábrica o incluso en ciertas ocasiones de marcas falsas para confundir sobre su procedencia.

La disposición de las marcas dependerá del sistema de cabeceado del cartucho.

También es preciso significar que podremos encontrar munición sin marcaje alguno en su culote. Ello se deberá normalmente a su procedencia de contrabando para zonas en guerra donde existen embargos dictados por organizaciones internacionales. El escenario de Bosnia-Herzegovina ha sido un claro ejemplo de ello. Millones de cartuchos sin marcaje alguno fueron utilizados en esta guerra civil de los Balcanes.

En el caso de cartuchos de aguja del antiguo sistema Lefaucheux, las marcas van en el centro del culote o en su corona circular, encontrándose a veces una combinación de ambas.

En la cartuchería de percusión anular suele ir en el centro. El ejemplo más concreto lo tenemos en la conocida munición americana del .22 (5'6 milímetros) y su gran variedad de modelos (corto, largo, extralargo, largo para rifle y mágnum).

También existe otro tipo de cartuchería en el que la cápsula se encuentra alojada en el interior del culote, no siendo visible desde el exterior, pero podemos considerarla al igual que la del tipo Lefaucheux prácticamente obsoleta y por lo tanto sin interés policial.

Por último están los cartuchos de percusión central cuyas marcas irán en la corona circular que queda fuera de la cápsula iniciadora en el culote.
Recubrimiento metálico de la vaina.
Se trata del cobreado, niquelado, oxidación y cadmiado, efectuado mediante tratamientos químicos en el material que configura la vaina. En caso de la munición sin marcas el análisis de su composición puede dar gran información sobre quien es el verdadero fabricante.
Sellado del cierre del cartucho y de la capsula iniciadora en códigos de color.
En el caso de cierres de cartuchería metálica, la finalidad de la misma consiste normalmente en proyectar o lanzar algún objeto determinado (pelota de goma, bote de humo o lacrimógeno, granada contra carro o antipersonal, etc) o simplemente de salvas o fogueo. 

En España, actualmente usamos el color azul oscuro para indicar que en su interior porta una carga muy suave, el color verde para una carga suave, colores rojo o amarillo para una carga fuerte y azul claro para salvas.

Respecto a la cápsula iniciadora, el barniz de color que lo cubre tiene normalmente una finalidad de hacerlo estanco aunque en determinados casos irá en consonancia directa con el código de color de la bala (perforante, trazadora, explosiva, incendiaria etc.).

Conclusiones.

Mediante la combinación de todos los sistemas anteriormente expuestos podremos identificar en la mayoría de los casos la munición que tengamos en nuestras manos.

La correcta identificación de la cartuchería metálica y muy especialmente la de procedencia extranjera es difícil y compleja dada la infinita variedad que existe actualmente. Pero no por ello debemos desanimarnos, sino que debe estimularnos a su investigación para así obtener la mayor información posible sobre el delincuente que la emplea.

Como ejemplo de su variedad diremos que hay colecciones de cartuchos que superan los 40.000 ejemplares. Todo un reto.

Este artículo ha pretendido modestamente que el lector, conozca un poco más los caminos que existen para ayudarle en su labor de investigación policial o al menos estimular su inquietud.

Por ello cuando nos encontremos ante casos especiales debemos recurrir a las publicaciones, reglamentos y tratados editados al respecto, aunque desgraciadamente la mayoría los encontraremos escritos en otros idiomas.

No obstante existen actualmente al respecto dos magníficas y modernas publicaciones escritas en castellano. 

La primera relativa a cartuchería nacional y extranjera ha sido editada por el Ministerio de Defensa y declarada de utilidad para la Guardia Civil por resolución 414/20526/88 de fecha 23 de noviembre (B.O.D. núm. 226), cuyo autor es el Doctor Ingeniero de Armamento y Construcción, Coronel D. Angel Molina López y que se titula "LA CARTUCHERÍA DE LAS ARMAS LIGERAS" (623 páginas).

La segunda obra de consulta, todavía de más reciente publicación, se titula "CARTUCHERÍA ESPAÑOLA" (1.308 páginas), siendo sus autores el citado Coronel Molina y el Comandante Ingeniero Técnico de Armamento y Construcción D. Alfonso Orea Maestro.

Bibliografía consultada.
  • Tratado de Cartuchería. Lanza. Editorial Merino. Palencia. 1978.
  • Cartridges of the World. Barnes USA. 1993.
  • La Cartuchería de las Armas Ligeras. Molina. Ministerio de Defensa. 1988.
  • Cartuchería Española. Molina-Orea. Editorial Merino. Palencia. 1992.
  • The official Guide To Small-Caliber Ammunition Identification. US. Army. Department of Defense. 1981.
  • Revista "ARMAS". Luis Pérez de León. Editorial Hobby Press. Madrid. Varios años.

domingo, 26 de enero de 2014

CABO TOMAS SIERRA MARTIN: HEROE DE LA GUARDIA CIVIL EN CUBA Y CEUTA



Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el suplemento dominical de "EL FARO DE CEUTA" del 7 de marzo de 1999, págs. D XIV-D XV.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.

Introducción.


El año conmemorativo del centenario del "Desastre del 98" ha llegado a su fin. Durante esos doce meses se han publicado centenares de artículos y editado docenas de libros al respecto.

Aún a pesar de ello hay muchos datos y detalles que siguen siendo poco conocidos. Un ejemplo de ello es la presencia del benemérito Instituto de la Guardia Civil en Ultramar que llegó a contar con 4.722 hombres en los Tercios de Cuba, (Habana, Santa Clara y Puerto Príncipe), 685 en el de Puerto Rico (San Juan) y 3.849 en los de Filipinas (Manila, Mindanao y Nueva Ecija).

Algunos de esos guardias civiles tras su repatriación o posteriormente continuarían su vida militar en Ceuta escribiendo nuevas páginas de honor y gloria. Por ello tal vez no podamos rendir mejor homenaje a quienes supieron ser héroes en ultramar y en el norte de Africa que dedicar estas líneas en su recuerdo.

Uno de ellos, el Cabo Tomás Sierra Martín descansa en el cementerio de nuestra Ciudad y concretamente en el nicho que fue concedido a perpetuidad en el año 1913 por el ayuntamiento. El entonces director general de la Guardia Civil dispondría al recibir el correspondiente escrito firmado por el alcalde que fuera difundido como muestra de cortesía y agradecimiento en el Semanario Oficial del Cuerpo de fecha 8 de junio de aquel año.

Soldado de Caballería.

Tomás, hijo de Matías Sierra y Rafaela Martín, nació el 29 de diciembre de 1869 en Condemios de Abajo, perteneciente al partido judicial de Atienza y provincia de Guadalajara.

Con dieciocho años de edad sería filiado en la caja de reclutas de Guadalajara para prestar servicio como soldado por un tiempo de doce años. Cuatro meses después sería destinado al 4º escuadrón del Regimiento de Caballería "Húsares de Pavía" nº 20 con guarnición en la localidad madrileña de Alcalá de Henares.

Allí prestaría juramento de fidelidad a los estandartes del Cuerpo y se le entregaría la cantidad de 67 pesetas y 50 céntimos para su primera puesta de vestuario.

El 13 de febrero de 1891 pasaría al Depósito de Banderas de Ultramar en Madrid para ser destinado a la isla de Cuba. Apenas tres semanas después, el 7 de marzo, embarcaría en el vapor-correo "Ciudad de Cádiz" y zarparía desde el puerto gaditano hacia el de La Habana a donde llegaría tras once días de navegación.

A su llegada se incorporaría como soldado al 1º escuadrón del Regimiento de Caballería "Hernán Cortés" nº 29 hasta que voluntariamente solicitaría su ingreso en los tercios de la Guardia Civil de Cuba.

Guardia Civil de Cuba.

El 26 de febrero de 1892 pasaría destinado al escuadrón de caballería de la Comandancia de la Guardia Civil de La Habana. Tras prestar servicio en la misma durante dieciséis meses sería destinado al escuadrón de la Comandancia de Vuelta Abajo.

Al poco tiempo de su incorporación sería felicitado con anotación de ello en su hoja de servicios por el capitán general de la isla y el director general del Cuerpo al haberse distinguido por sus humanitarios e importantes servicios prestados durante un terrible temporal de agua que asoló la provincia.

A partir del 1 de enero de 1896, coincidiendo con el aumento de la actividad de los insurrectos de la isla de Cuba sería concentrado en la localidad de Pinar del Río.

Apenas dos semanas después destacaría por su valor en un enfrentamiento armado contra los rebeldes cuando prestaba servicio de acompañamiento al gobernador civil de la provincia.

Desde ese momento y durante los dos próximos años los encuentros y combates contra las partidas de insurrectos se sucederían sin parar. En su impresionante hoja de servicios se detallan en ese periodo con fecha y lugar exacto hasta un total de veinticuatro hechos de armas.

De muy especial mención son los acontecidos el 4 de octubre de 1896 y el 14 de marzo de 1898 ya que por cada uno de ellos en reconocimiento al valor demostrado sería condecorado con la cruz de plata del merito militar con distintivo rojo.

El primero se trataría del duro enfrentamiento que se entabló contra al partida liderada por Antonio Maceo, cabecilla de los insurrectos y en el que sería derrotado. El segundo, ya en plena guerra contra los Estados Unidos, sería un combate que se libraría frente a un intento de desembarco de fuerzas norteamericanas que serían rechazadas en la misma playa. Sin embargo el futuro de Cuba no se determinaría en tierra firme sino en el mar.

En noviembre de 1898, consumado el "Desastre" y con su compromiso cumplido es licenciado del servicio. Inicialmente fijaría su residencia en La Habana y posteriormente sería repatriado a España. En atención a los méritos contraídos le sería reconocido el derecho a la medalla de la campaña de Cuba.

Reingreso en la Guardia Civil.

A su llegada a la península fijaría su residencia en Madrid pero poco tiempo estaría ajeno a la milicia. El 21 de diciembre de 1899 elevaba por conducto de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid-Norte, una instancia dirigida al director general del Cuerpo solicitando su reingreso.

Dos meses después le es concedido y sería destinado al 2º escuadrón de la Comandancia de Caballería de Madrid. El 3 de agosto de ese mismo año, con 29 años de edad contraería matrimonio canónico con Carmen Jurado Pérez, vecina de Somolinos, provincia de Guadalajara. La ceremonia sería oficiada a las 8'45 horas de la mañana por el capellán del 14º tercio de la Guardia Civil en Madrid.

Muerte en Ceuta.

Tras estar destinado como Cabo en el escuadrón de la Comandancia de Córdoba perteneciente al 4º tercio de Sevilla pasaría a la 4ª Compañía mixta de Ceuta que entonces estaba encuadrada en la Comandancia de Cádiz.

A la una de la madrugada del 21 de mayo de 1913 cuando se encontraba al frente de cinco guardias civiles de caballería vigilando la carretera que unía la plaza de Tetúan con el destacamento de "El Rincón" distante de aquella 12 kilómetros observaría la presencia de una docena de moros.

El Cabo Sierra se adelantaría con su caballo al objeto de darles el alto y proceder a su identificación. Por respuesta obtendría una descarga de fusilería. El jinete y su montura, llamado "Casares" caerían gravemente heridos. Los guardias respondieron al fuego y los moros se darían a la fuga perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Trasladado inmediatamente por sus hombres a Tetúan se le practicaron los primeros auxilios y el comandante general de Ceuta al tener conocimiento de lo sucedido ordenaría su rápida evacuación al hospital militar de la plaza. Sin embargo todo esfuerzo sería inútil. Las heridas eran muy graves y los medios para salvarle muy escasos.

A las 14'15 horas del día siguiente su capitán remitiría un telegrama al director general de la Guardia Civil con este texto: "Cabo Tomás Sierra le fue amputado anoche brazo derecho y en estado gravísimo hasta once horas hoy que falleció como consecuencia traumatismo".

Un hombre que al menos en 24 ocasiones acreditadas había arriesgado su vida en encarnizados combates en la isla de Cuba había derramado fiel a su juramento, la última gota de su sangre en las tierras españolas del norte de Africa.

Su entierro, costeado por suscripción popular, constituyó una imponente manifestación de duelo, acudiendo el pueblo ceutí en masa con todas las autoridades y tropas de guarnición. Dejaba viuda y dos hijos, varón y hembra, de corta edad.

Reconocimiento del Instituto.

El teniente general Ramón Echague y Méndez-Vigo, Conde del Serrallo y director general del benemérito Instituto ordenaría publicar en el Semanario Oficial de 24 de junio de 1913 una orden general de fecha 17 del mismo mes, disponiendo que el nombre de dicho cabo se inscribiera en el cuadro de honor de todos los puestos de la Guardia Civil.

También dictaría que con cargo al fondo de forestal se entregase a la viuda la cantidad de 250 pesetas y al hijo varón la pensión diaria de 75 céntimos que preceptuaba el reglamento del colegio de guardias jóvenes de Valdemoro.

La junta directiva del colegio de huérfanos del Cuerpo concedería a la niña también una pensión de 75 céntimos diarios hasta que por su edad estuviera en condiciones de ingresar en el referido establecimiento.

Por otro lado la Asociación de Señoras, presidida por la reina haría entrega de 1.405 pesetas con destino a la viuda.

El director general daría asimismo ordenes al coronel subinspector del 4º tercio de Sevilla para que se desplazara a la población cordobesa de Lucena para hacer entrega en mano a dicha viuda de esas cantidades junto a otra de 2.000 pesetas a cuenta de las 2.762 pesetas y 19 céntimos que le correspondería como consecuencia de la derrama de la mutua benéfica del Cuerpo.

Ochenta y cinco años después los restos de este héroe siguen reposando en un nicho de nuestro cementerio cubierto por una sencilla lápida que apenas ha podido soportar las inclemencias y el paso del tiempo.

Nota del Autor: Tras la publicación de este artículo y gestiones de la Jefatura de la 233ª Comandancia de la Guardia Civil (Ceuta), el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Ceuta, sustituyó la deterioradísima lápida del Cabo Sierra por otra nueva.

LA CASA-CUARTEL DE LA GUARDIA CIVIL DE SAN SEVERIANO: 40 AÑOS EN CADIZ (1958-1998).

Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en el "DIARIO DE CADIZ" del 9 de diciembre de 1998, pág. 14.
El original está ilustrado con dos fotografías en blanco y negro.

Introducción.


El pasado día 6 de mayo Santiago López Valdivielso, Director General de la Guardia Civil, anunciaba con motivo de su visita oficial a la Comandancia de Cádiz el próximo inicio de las obras de un nuevo acuartelamiento en los terrenos ociosos de Astilleros.

Se trataba del principio del fin de la historia de la Casa-Cuartel que el benemérito Instituto viene ocupando desde hace 40 años en el barrio de San Severiano y desde donde se viene dirigiendo al millar de guardias civiles desplegados por gran parte de la provincia de Cádiz.

El mal estado del acuartelamiento actual y lo obsoleto de sus instalaciones han provocado por fin la necesidad de construir un edificio moderno y funcional que permita digna y eficazmente la dirección, organización e impulso de los servicios de la benemérita gaditana en los principios del siglo XXI.


Las Casas-Cuarteles anteriores.


La cabecera de la Comandancia había estado ubicada desde el siglo pasado en la plaza de Mina, pasando posteriormente a un edificio situado en la calle Barrocal y posteriormente a otro ubicado en la calle Zaragoza.

Este último inmueble, todavía existente, se iría quedando pequeño para albergar la estructura de mando, organización y servicios de apoyo de una Comandancia que había visto multiplicar en la posguerra civil sus efectivos como consecuencia de la persecución del bandolerismo rural y la absorción de las fuerzas de Carabineros.

Los terribles efectos devastadores de la explosión del almacén de la base de defensas submarinas en la noche del 18 de agosto de 1947, modificaría sustancial y definitivamente la ordenación urbana de extramuros.

El barrio de San Severiano sería uno de los más afectados y la Dirección General de Regiones Devastadas presentaría un plan de reconstrucción de la zona aunque sólo se llevaría a cabo la primera fase del proyecto.

Dentro de la política gubernativa de construcción de edificios oficiales en extramuros y lugares afectados por la Explosión se decidió el levantamiento de la nueva Comandancia. Pero como ocurrió con la mayor parte de los proyectos de la época habría que esperar casi diez años más para que comenzara a ser una realidad.


La inauguración de San Severiano.


El acto oficial de la entrega de la nueva Casa-Cuartel tendría lugar a las siete horas y treinta minutos de la tarde del 31 de julio de 1958 siendo presidido por Antonio Luis Soler Bans, gobernador civil de Cádiz y jefe provincial del Movimiento. Como autoridades civiles le acompañaban entre otros Remigio Sánchez del Alamo Núñez, delegado provincial de la Vivienda y Antonio Hernández Rubio, arquitecto jefe de la Dirección General de Arquitectura de Regiones Devastadas.

Por parte de la Guardia Civil estuvieron presentes Buenaventura Cano del Portal, coronel del 37 Tercio que se había desplazado expresamente desde su jefatura de Málaga y José Vivancos Crespo, teniente coronel primer jefe de la 237 Comandancia de Cádiz. Ambos estaban acompañados respectivamente por los comandantes José Fernández Muñoz y Juan Antonio Fajardo Quero.

Tras pasar revista a la fuerza formada se procedió a la bendición del acuartelamiento por parte de Camilo García Valenzuela, cura párroco de San José quien estuvo acompañado de Vicente Morillo Morillo, comandante capellán del Centro de Instrucción de la Guardia Civil en Madrid.

A continuación se procedió a un recorrido por todas las dependencias y al acto protocolario de entrega de las cincuenta y cuatro viviendas a los oficiales, suboficiales y guardias civiles adjudicatarios.


El "Diario de Cádiz".


Nuestro periódico que entonces costaba 1 peseta y 20 céntimos destacaba esta noticia en la portada de su número correspondiente al 1 de agosto de 1958 y publicaba junto a un extenso texto sendas fotografías al respecto.

Las obras habían sido ejecutadas por la Dirección General de Arquitectura de Regiones Devastadas alcanzando un coste total de catorce millones treinta y ocho mil setecientas ochenta y cinco pesetas con sesenta y siete céntimos.

En la crónica se relataba que con dicho acto habían quedado terminadas las inauguraciones realizadas con motivo del XXII aniversario del Alzamiento Nacional y que se habían iniciado el 15 de junio en Ubrique. 

Como resumen de la labor realizada se mencionaba la entrega de 1.479 viviendas y otras obras en la provincia que habían supuesto un importe global de 223 millones y medio de pesetas.


Los primeros inquilinos.


Las 54 viviendas de la Casa-Cuartel no se ocuparían hasta el otoño, adjudicándose 12 para jefes y oficiales, 6 para suboficiales y 36 para tropa.

Sus primeros moradores juntos a sus familias serían:
  • El teniente coronel José Vivancos Crespo (jefe de la Comandancia); el comandante Juan Antonio Fajardo Quero (2º jefe); los capitanes Juan Heredia Fernández (ayudante), Antonio Gaona Pacheco (jefe de la compañía de Cádiz) y Carlos Pérez Ardisana (jefe de la compañía del muelle de Cádiz); los tenientes Domingo Fernández Pérez (jefe de la línea de la Alameda), Amante Carrillo Ledesma (jefe de la línea del muelle), Eduardo Tomás Aguilar (jefe de la línea de la Muralla) y Gerardo Jiménez Zaballos (jefe línea de la 2ª Aguada), así como el practicante de 1ª Francisco Peña Sánchez.
  • Los brigadas Vicente Yuste Martínez (comandante del puesto de Cádiz), José Calleja Lozano (encargado de automovilismo) y Silverio García Erro (comandante del puesto de la estación), así como los sargentos José Pérez Sánchez (comandante del puesto de la Alameda), Manuel Valencia Espiritusanto (encargado de la oficina de la plana mayor de la Comandancia) y Amador García Rico (servicio de información).
  •  Los cabos 1º Alejandro Cuadrado Antolín, Arturo Recuero García, Justo Insaurriaga Sanemeterio y Gumersindo Expósito Luna; el cabo Juan Salas García; los guardias de 1ª clase Ramón Rodríguez García, José González Iglesias, Antonio Jiménez Torres y José Bernabé Alfaro, así como los guardias 2º Andrés Montiel Ortega, Antonio Requena Chacón, José Navarro Prieto, Antonio Santiago Díaz, Antonio Fernández López, Antonio Pérez Muñoz, Manuel Puyol Orellana, Miguel Román Navas, Manuel Ojeda Rodríguez, Pedro Ayuso de Diego, Antonio Sierra Gómez, Lorenzo Escat Bonilla, Francisco López Crespillo, José Hernández Borrego, Antonio Oliva Malia, Francisco Gómez Sánchez, José Alcalde Forcada, Vicente Real Paulino, Bartolomé Dávila González, Cristóbal Rodríguez Muñoz, Antonio Casablanca Ramos, Luis Ruiz Ruiz, Francisco Alvarez Palacios, Evaristo Viudas Hernández y Rafael Matito Cano.

Nacimientos y defunciones.


Al igual que ocurría entonces en la mayor parte del resto de las familias de la ciudad, las mujeres daban a luz en las propias viviendas. La Casa-Cuartel no sería diferente.

Así bien pronto se celebrarían los primeros nacimientos. El 12 de febrero de 1959 nació el primer niño, hijo del guardia 2º Navarro y al que se bautizaría con el nombre de Antonio. Tan sólo diez días después nacería la primera niña, hija del guardia 2º Ruiz y a la que bautizarían con el nombre de María Isabel.

El 20 de marzo nacerían los primeros mellizos, hijos del guardia 2º Puyol y a los que se les impondrían los nombres de Cristóbal y Diego. Ocho días después nacía una hija del Sargento Pérez a la que pondrían el nombre de Gloria. El 24 de abril nacería una hija del Guardia 2º Viudas a la que llamarían María Teresa.

Y así como un largo etcétera pues los guardias civiles han dado en estos cuarenta años numerosos gaditanos y gaditanas.

Desgraciadamente como en todo colectivo familiar también habría que lamentar defunciones. El primero y a la vez más emotivo sería una niña llamada Rosa María, hija del Comandante Fajardo que fallecería el 22 de enero de 1959.


Los primeros equipamientos.


Además de las viviendas la Casa-Cuartel disponía de despachos y oficinas para la jefatura de la Comandancia, automovilismo, servicio de información, juzgado, botiquín, compañías de la capital y del muelle, cinco líneas de la capital, armamento, intervención de armas, comandante de puesto, sala de oficiales y suboficiales, depósito de víveres, almacén de vestuario, cocina-comedor, zapatería, barbería, bar, garaje, talleres y un pequeño polvorín.

Con la austeridad que tradicionalmente ha imperado en los presupuestos de la Guardia Civil se iría adquiriendo un frigorífico para el depósito de víveres; una cafetera de la marca Gaggia para el bar; los útiles y muebles necesarios para dotar a la barbería así como unos muebles metálicos para los despachos del teniente coronel y del comandante. También se procedería a la colocación de contadores de agua en todos los pabellones y dependencias oficiales.


Cuarenta años después.


Han pasado ya cuatro décadas y desde entonces han sido muchos centenares de familias las que han ido viviendo en esos pabellones así como en los que se construirían en los años 60 y 70 en dos nuevas fases.

Irían naciendo bastantes más centenares de gaditanos y gaditanas, primero entre sus muros y después en los hospitales de Cádiz. Ellos y ellas crecerían y siguen creciendo en nuestra ciudad formando con el paso del tiempo matrimonios y nuevas familias.

La mayoría de los guardias civiles, cualquiera que fuera su graduación al pasar a la situación de reserva o retiro continuarían y continúan viviendo en Cádiz. La plantilla de la Comandancia seguiría creciendo como consecuencia de sucesivas reorganizaciones y la llegada de nuevas especialidades como la Agrupación de Tráfico en 1961.

Ello iría provocando cada vez más que al no existir pabellones suficientes se fueran diseminando por todo el callejero. Los guardias civiles y sus familiares han ido fundiéndose tanto en la ciudad que la realidad es que hoy, cuarenta años después, es difícil encontrar a un gaditano que no conozca aunque sea sólo de vista a algún componente del benemérito Instituto o de su familia.

Por último no quiero terminar estas líneas que cuentan una pequeña parte de la historia de nuestra ciudad sin agradecer la importante colaboración que han prestado Juan Torres García, trabajador del "Diario de Cádiz" y Domiciano Díaz Fernández, subteniente de la Guardia Civil.