Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en "EUROPA SUR" el 12 de mayo de 2025, pág. 13.
El original está ilustrado con una fotografía en blanco y negro.
Tal y como se ha ido exponiendo en capítulos anteriores, el casco urbano de la localidad de San Roque, más allá de su término municipal, ha tenido una relevancia muy importante, tanto en el ámbito histórico del Cuerpo de Carabineros como del Cuerpo de la Guardia Civil.
De hecho, en relación a la Benemérita, no hay que olvidar que inicialmente, cuando a partir del mes de enero de 1845 comenzaron a prestar servicio sus hombres en la provincia gaditana, la cabecera de la sección de la Guardia Civil que se desplegó en el Campo de Gibraltar, bajo el mando de un oficial, se estableció precisamente en San Roque, y no en Algeciras, tal y como había hecho décadas antes el Ejército con la Comandancia General del Campo de Gibraltar.
Respecto a la fuerza del Cuerpo de Carabineros destinada en la localidad de San Roque hay que recordar lo expuesto en su “Escalafón General”, publicado en 1936 por el brigada Eusebio Fernández Chimeno antes del inicio de la guerra civil 1936-1939, y que tras la entrada en vigor de la ley de 15 de marzo de 1940, pasó a integrarse en el Cuerpo de la Guardia Civil.
Concretamente se trataban de un pequeño puesto integrado por un brigada y cinco carabineros que prestaban servicio de reconocimiento y vigilancia en la estación de ferrocarril de San Roque, así como del antiguo puesto de caballería, reconvertido a infantería en cumplimiento a lo dispuesto al decreto de 28 de septiembre de 1935, del Ministerio de Hacienda, y que estaba compuesto por un brigada, un carabinero de 1ª clase y siete carabineros de 2ª clase.
Hay que recordar que en dicho decreto, muy controvertido por cierto, se dispuso, entre otras cuestiones, que: “Se suprime la fuerza de Caballería del Cuerpo de Carabineros, convirtiéndose en fuerza de Infantería. Se suprimen las plazas montadas, quedando únicamente como tales los tenientes con mando en servicio de costas y fronteras, hasta el límite máximo de ciento, cuya distribución, así como el número de caballos, se fijará en vista de las necesidades del servicio”.
Respecto a este último puesto de Carabineros en San Roque, se significa que cubría la retaguardia de la primera línea, “desde la margen del río Guadiaro hasta la izquierda del de Palmones”. El acuartelamiento, sito en el interior del casco urbano sanroqueño, tenía ocho pabellones para personal casado y alojamiento para cuatro solteros, además de unas cuadras para los caballos. Algunos de los componentes destinados en el puesto de la estación ferroviaria, citado anteriormente, se alojaban también en esta casa-cuartel.
En el mentado “Escalafón General” de 1936 se hacía una breve referencia a que la localidad de San Roque, “se formó en 1704, al perderse la plaza de Gibraltar”, así como que constituía el punto más estratégico del Campo de Gibraltar, “por contar con la Sierra Carbonera, considerada como la verdadera llave del Estrecho”. La localidad de San Roque tenía entonces unos 12.000 habitantes y la mentada estación de ferrocarril distaba a unos 500 metros de la población. Destacaba la gran producción de corcho que había en la zona y que en la localidad radicaba, concretamente en los mismos edificios donde actualmente se encuentra ubicado el ayuntamiento, parte de la plana mayor del Regimiento de Infantería Pavía núm. 15 así como varias de sus compañías.
Sobre la casa-cuartel donde se encontraba ubicada en 1965 la cabecera de la 3ª Compañía (San Roque) de la 337ª Comandancia de la Guardia Civil (Algeciras), así como la de la línea y el puesto de San Roque, es necesario referir que el todavía general de división Camilo Alonso Vega, que ascendería a teniente general dos meses más tarde, y que seguiría siendo director general de la Guardia Civil, había remitido el 11 de enero de 1947, al ministro de la Gobernación, Blas Pérez González, el correspondiente expediente instruido para contratar el arriendo del mentado edificio.
En el escrito de remisión de la propuesta que formulaba hizo constar que a pesar de las gestiones practicadas, “no se presentaron ofertas más ventajosas”, apareciendo “como única oferta”, así como la “necesidad de desalojar el cuartel actual, por su mal estado y reuniendo el que se propone buenas condiciones de capacidad e higiene”, disponiéndose de cantidad suficiente para su abono, en el “Capítulo de Alquileres”.
Aprobada dicha propuesta se dispuso la firma del correspondiente contrato de inquilinato, que fue suscrito el 19 de febrero de 1947, por tiempo indeterminado y 27.000 pesetas anuales, a razón de 2.250 pesetas mensuales, entre la propietaria del edificio y el representante de la Benemérita, designado como arrendatario. Aquella se llamaba Ramona López Riquelme, de 41 años de edad, casada y vecina de Algeciras, mientras que éste era el teniente de la Guardia Civil Facundo Elvira Parpal, natural de Guils de Cerdaña (Gerona), de 44 años de edad, casado, y jefe de la línea de San Roque.
La dirección del acuartelamiento era entonces calle Teniente Ojanguren números 14 y 16. Dicha denominación, concedida anteriormente por el ayuntamiento y sustituida durante la “Transición Democrática”, se debía a Odón Ojanguren Alonso, quien al inicio de la sublevación militar de 1936, era el jefe de la línea de la Guardia Civil de San Roque. En 1965 estaba destinado como coronel jefe del Tercio Móvil de Madrid, y por Decreto 564/1967, de 24 de febrero, fue promovido al empleo de general de brigada.
El edificio de 1947, actualmente inexistente, constaba de tres plantas. Entonces en la planta baja estaba el despacho del comandante de puesto, sala de armas, cuarto del guardia de puertas, habitación para solteros, cuatro pabellones, garaje, cuadra de caballos, así como dos patios en uno de los cuales había tres retretes y los lavaderos, más un patio-jardín con dos salidas en la parte posterior del edificio donde había un pozo de agua potable. En las otras dos plantas había seis pabellones y dos retretes aparte más.
En dicho contrato se especificaba que la arrendadora quedaba obligada, “a practicar en el edificio todas las obras necesarias para reparar los desperfectos que se originen por su uso natural y cuantos ocasionen los temporales, así como a verificar un blanqueo general cada año en los meses de Abril o Mayo, al pintado de puertas y ventanas y a la limpieza de pozos negros cuando sea necesario”. También se significaba que, “las obras que hayan de practicarse por descuido o maltrato de la misma, serán pagadas precisamente por sus moradores”.
Respecto al desalojo del acuartelamiento se especificaban varias opciones. En caso de suprimirse el puesto, “sin previo aviso al propietario”, se comunicaría el mismo día que “la fuerza desaloje el Puesto”. En caso de que por conveniencia del servicio se ordenase el cambio de acuartelamiento, se haría a los quince días siguientes al haberlo participado al dueño del edificio. Y también, “cuando a éste le convenga disponer de la finca, en los casos que le faculta la Legislación vigente”. En tal caso, el titular del edificio debía comunicárse al jefe de la Comandancia, “con la antelación de tiempo y previo cumplimiento de los requisitos que determine dicha Legislación”.
(Continuará).
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